Me convertí en un cambia-forma Omega al ir a otro mundo /Jimin/Y.GxN.JxJ.K

Capítulo 33

Jimin quería despertar, pero estaba atrapado en este sueño, que le presentaba un recuerdo amargo de su vida anterior. Era un adolescente de 16 años, estudiando después de un largo día en la escuela, cuando su madre interrumpió en el estudio.

La mujer que era admirada por muchos, por ser trabajadora, responsable y muy inteligente, siempre se presentaba con una expresión hostil ante él. Todo en el aura de su madre le gritaba en este momento, que estaba molesta ¿con que? No importaba, al final terminaría siendo su culpa.

No estaba haciéndose la víctima, tan solo era algo que había deducido a lo largo de los años. Su madre debía mantener una imagen ante la sociedad, y se enorgullecía de ella, aunque la hiciera una hipócrita, se obligaba a ser cordial con quienes aborrecía, y bajaba la cabeza antes los mayores de la familia. Por lo que el único escape a su ira, eran personas como él, por debajo de ella que eran incapaces de manchar su reputación.

La sensación de peligro lo puso en alerta, con sus músculos rígidos, esperando la inevitable contienda. –Buenas tardes Jimin ¿Pagaste la mensualidad escolar?

-Sí madre, y ya guardé el recibo en la carpeta- Algo que había aprendido, era a guardar y recordar exactamente todos los recados que había efectuado, porque no responder adecuadamente al interrogatorio de su madre, desencadenaba una larga paliza verbal que podía durar por continuas horas, o con comentarios maliciosos por días.

-¿Cuánto es lo que se debe pagar para la excursión a fin de curso?- El tono rígido e impaciente nunca dejaba de ponerlo nervioso, como si caminara en un campo minado.

Sabía que lo tenía escrito en una página de su agenda escolar, por lo que se volteó para hojearlo y dar la cantidad exacta, pero mientras se le escapo: –El lunes te di el pagare con la cantidad de este mes.

-Tengo muchas cosas en la cabeza, cosas importantes que requieren mi atención diariamente, como para colmo, también recordar las obligaciones del bebé que no tiene ninguna preocupación. ¿Qué haces tú todo el día? Si no estás pendiente del dinero de la excursión, entonces no vas- No se inmuto, aunque mentalmente solo quería tirarse el cabello y gritar. ¿Cómo fue que sus palabras desencadenaron esa reprimenda?

-Lo siento, aquí esta...- Le dio la cantidad que necesitaba abonar, como la fecha límite para ese mes.

-Bien, te daré el dinero ya, para que pagues mañana, de allí la mitad es para tu comida de esta semana, y déjale...- Al principio no estaba preocupado, pero mientras la lista aumentaba entro en pánico, y quiso anotarlo en su agenda, para su seguridad.

-Espera ¿Cuánto debo entregarle a la vecina?- De verdad no quería preguntar, pero en el momento en que busco un lapicero, su atención no fue lo suficiente para captar ese detalle.

Un largo silencio se hizo presente, con su madre dedicándole una mirada de ira y decepción. –Muestra, ya lo escribo yo para que no lo arruines como siempre.

Le arrebataron el lapicero de su mano, y tuvo que correrse tan rápido como fuera posible, para dejarle a la mujer espacio para anotarlo en su agenda. Mientras lo hacía, repitió cada tarea lentamente, con un tono claramente despectivo, obviamente tratando de hacerlo sentir como un idiota por cualquier cosa. La verdad solo era una batalla perdida, y debía estar agradecido porque no estaba siendo tan malo.

-Cuando lo hagas me muestras todos los recibos, no quiero tener que estar persiguiéndote para recordártelo. Y los guardas, porque donde haya un problema, y tenga que pagar de nuevo porque no tengo el recibo...- Dejo la amenaza latente en el aire, para después darse la vuelta, saliendo del cuarto con palabras enojadas de despedida.

Pudo despertarse luego de que termino, sintiéndose apático ante ese recuerdo. Debía ser un muy mal hijo, si solo podía sentirse aliviado ante la perspectiva, de nunca volver a interactuar con esa mujer. De la tierra solo extrañaba a su mejor amigo y los hijos de este, todos sus otros familiares, estaban tan alejados de su corazón que, si no fuera por ese sueño, no les dedicaría un segundo pensamiento.