Me convertí en un cambia-forma Omega al ir a otro mundo /Jimin/Y.GxN.JxJ.K

Capítulo 37

Hana había terminado de recabar información, enfocada principalmente en los habitantes que convivieron con Efrain, el Alfa afectado por feromonas de Gineta. Trato en lo posible de averiguar, ¿desde hace cuánto tiempo fue drogado? Como también si frecuentaba el bosque, o si se reunía con alguien fuera de la comunidad.

No fue fácil, tuvo que usar sus usuales sucios métodos, como los llamaba Yoongi, pero hey, lo que descubrió no hubiera podido hacerlo sin ellos. Aunque no había sido una orden directa de su jefe, si se refería de esa manera a su primo, porque hace años cortaron su relación familiar, y ahora preferían mantenerlo meramente profesional.

Ambos eran muy orgullosos para pedir perdón por las viejas riñas. Varios podían pensar que estaban bien en este momento, pero solo era el exterior, nunca hablaron al respecto. Porque luego de la muerte de su padre Omega, ambos quedaron solos, y como la mayor sintió la responsabilidad de cuidar y "guiar" a Yoongi. No salió bien.

El niño de unos ocho años, se negó a comer cualquier proteína que no hubiera cazado el mismo, pues su familia de orgullosos cazadores, jamás aceptó caridad. Ella entendía ese sentimiento, pero no se iba a dejar morir de hambre, por lo que discutieron, con Hana siendo también una niña que usó la culpa y la humillación para que su primo cediera.

Eso quebró su relación, y ambos se distanciaron a tal punto que sin importar lo que le pasara al otro, no volvieron a dirigirse la palabra por un largo tiempo. Eso hasta que Hana pasó la prueba para ser parte de la coalición de Yoongi, siendo la segunda mejor cazadora. Ambos ignoraron su pasado y se trataron como si fueran compañeros de trabajo.

Las cosas iban mejor así, y con los acontecimientos actuales, se alegraba por su jefe, si el Líder Omega era lo que quería. Solo que independiente de esa cuestión, como cazadora deseaba que Jimin siguiera nutriendo el bosque, por lo que haría cualquier cosa por su bienestar, por lo que necesitaba hablar de inmediato con Jungkook.

De forma inconsciente de deslizó entre las sombras, como si estuviera acechando, evitando a todos en su camino a la casa de los líderes, y había muchos, ya que, aunque fuera muy entrada la noche, su raza tendía a ser más activa a estas horas. Pero esto de escabullirse, era una costumbre terrible, que sepultó su vida social. A estas alturas ni sabía cómo charlar casualmente con las personas.

Pero hablando de ser casual, vio a una de las Omegas guerreras, haciendo una patrulla sospechosa por el perímetro cercano a la ubicación de Jimin. Bueno no podía saltar a conclusiones extremas, tal vez Jungkook solo quiso agregar un par de ojos extras. No espera, ese tipo había dicho que necesitaban ser discretos con esa noticia, para no alertar a las Ginetas.

-Hey segunda cazadora, me pareció ver una sombra, me asustaste- Estaba en un debate interno, cuando está Omega la asusto a ella, no al revés. Y ¿qué carajos? Estaba protegida por un hechizo, no deberían haberla visto, pero su camuflaje falló, por segunda vez en menos de una semana. Yoongi iba a despedirla a este ritmo.

-Ese es el propósito ser una sombra, ahora que sabes que soy yo, no te interpongas- La Omega, a quien conocía como una de las fanáticas enamoradas de Jungkook, Yen Yen, le sonrió de una forma extraña, algo demasiado forzado, pero para una persona que no sea una maldita paranoica de la interacción social como ella, seguro pasaba como una expresión agradable.

-Los líderes están en asuntos personales, no creo que puedan atender a nadie en un tiempo- Tan raro, era imposible que se tragara que la misma Omega, que lloró de desamor hace dos días, este tan tranquila sabiendo que otro Omega está disfrutando su sueño imposible, de ser destrozada hasta la inconsciencia por el pene de Jungkook. Si las charlas que ha escuchado son muy explícitas.

-Si entiendo eso, se cuándo acercarme, no te preocupes- Estaba siendo bastante áspera, lo que normalmente alejaba a los Omegas, la costumbre que había sepultado también su vida amorosa. Pero Yen Yen siguió sonriendo, y hasta tuvo la osadía de burlarse, como si fuera un juego de coqueteo.