MiniRelato N°31: Adrinette

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#MiniRelato #Adrinette

Marinette miró a sus amigos con una sonrisa segura en sus labios, haciendo que tanto Adrien, como Nino y Alya sintieran un poco de miedo.

¿Qué estaría planeando que de pronto los citaba en su casa a los tres?

Ella no les dijo nada, hasta que despejó la mesa de centro del living de su departamento y puso una maquina rara en ella, con distintos potes de colores.

—¡Taran! —dijo muy emocionada.

—¿Qué es? —consultó Adrien observando los distintos potes.

—¡Es una máquina para hacer algodón de azúcar! —comentó—. Mis padres suelen vender algodones algunas veces en el mes, y estuve viendo tutoriales y quiero mostrarles lo que aprendí.

—Entonces —preguntó Alya—, ¿nos vas a sentar aquí, a comer dulces?

—¿Sí? —contestó dudosa, y luego cayó en cuenta— ¡Ay no! No lo pensé, ¿no pueden? ¿Será mucha azúcar? ¿Nino aún te molesta la muela? Y ¡Adrien! —Miró al chico— ¡Tu dieta!

Los tres empezaron a reírse, y le dieron el honor a Adrien de tranquilizarla, tomándola de las manos.

—Tranquila, Alya solo comentaba, Nino está bien de sus dientes y yo, solo te agradecería un café negro para bajar el azúcar.

Cuando Adrien terminó de hablar, Marinette respiró profundamente y se calmó.

—Entiendo... —dijo prendiendo la máquina—, entonces, es hora de trabajar... —se dijo, arremangándose.

Unos cuantos minutos después, Alya tenía un osito muy tierno blanco con orejas celestes.

Nino tenía uno en forma de cono triangular con tres colores distintos.

Y Adrien tenía uno en forma de flor con distintas capas de algodón y ella un corazón rosado.

Estaban a punto de probarlos cuando el teléfono de Alya sonó, pidiéndole ir a recoger a sus hermanas.

Fastidiada, agradeció el algodón y le prometió hacerle una buena reseña, Nino se fue tras su novia y solo quedaron ella y Adrien.

Marinette miró a Adrien que, en silencio, saboreaba la flor, tenía algo de azucar pegada en la nariz y no pudo evitar sonreír. Se veía como un niño pequeño.

—Tienes azucar en la nariz —le dijo, señalándose ella, su misma nariz. Adrien frunció un poco la cara, pero no notaba nada.

—¿Podrías quitarla por mí? —le pidió, Marinette se acercó a quitar el azucar de la nariz del rubio, cuando esté aprovechó la cercanía y le dio un gran mordisco al corazón de Marinette.

—¡¡Oye!! —protestó la chica—. Éste es mi corazón.

Adrien sonrió.

—Sí, y es tan dulce como tú...

La respuesta hizo que Marinette se encogiera en su lugar, sumamente avergonzada por las palabras de Adrien.

—Los dulces están exquisitos, Marinette, pero, ¿sabes que sería más dulce?

—¿Qué cosa?

—Que ahora que estamos solos, beses a tu novio.

—Pues ven por él, gatito —le dijo recuperando algo de confianza, pero cuando el chico se acercó a besarla, Marinette puso el resto de su algodón entre ellos.

—Ah, no es justo —protestó— cuando no es un muro, es un algodón lo que nos separa.

Marinette se rio.

—Pero, esto es más fácil de quitar —comentó, comiéndose el resto de algodón antes de besar a su pareja.

Sin duda necesitara ese café, porque estaba embriagado de dulzura.

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