Minirelato Nº36: Marichat - Ladynoir

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Marinette sentía que su corazón latía con fuerza, cuando vio la mirada del superhéroe frente a ella, bañado por la luz de la luna llena.

La seriedad en su mirada, le recordó la conversación que habían tenido esa tarde, después de una batalla akuma.

...

—Ladybug, ¿Puedo hablar contigo?

Aunque la superheroina tenía algo de prisa, afirmó con la cabeza, y señaló una chimenea para que cada uno recuperara su poder.

—¿Qué sucede, Chaton? —le preguntó, dándole el macarrón a Tikki.

—Estoy cansado, Ladybug —respondió, con una voz irritada. ¿Habría hecho algo sin darse cuenta?

—¿Hice algo malo otra vez?

—¡No! —exclamó— ¡Tú no hiciste nada malo! No es contra ti —aunque Marinette suspiró, sentía aun preocupación por su compañero.

—¿Entonces?

—Estoy intentando algo con una chica —le comentó, apretando sus puños mientras Plagg lo miraba confundido por las palabras de su portador. ¿Qué iba a decir?

—Ya...

—Y yo ya fallé una vez por la misión y no quiero volver a hacerlo —confesó—. Ella es muy especial para mí, si la pierdo, yo no sé si podría seguir con esto.

—¿Quieres dejar la misión por amor?

—No es solo amor, Ladybug —respondió con un tono de voz, irreconocible, sonaba como ahogado—. Ella es mi escape de todo, de la vida de superhéroe, de mi vida como civil. Es mi refugio y no quiero perderla... No lo soportaría.

—¿Y qué quieres hacer?

—Tú le confesaste tu identidad a tu amiga, a Scarabella, ¿verdad?

Marinette se pegó contra la pared de la chimenea cuando entendió lo que quería hacer.

—Tú...

—Quiero hacerlo —le confesó—. Ella me entiende en mis dos versiones, me ha apoyado y animado tanto al chico que soy sin la máscara como a Chat Noir... No quiero seguir mintiéndole, estoy seguro de que entenderá, que será una buena aliada.

Marinette volvió a transformarse y Adrien también. Ambos se miraron como superhéroes una vez más. Ladybug tenía dudas, algo en su pecho, la inquieta, pero no podía ser egoísta. Si ella tenía su escape, incluso un poco de paz de la misión gracias a Alya, él también lo necesitaba.

—Está bien —afirmó—. Pero, cuando lo hagas, debes avisarme —le advirtió—. Hay que explicarle como cubrirse de los Akumas y ver si tiene un Encanto y...

—Tranquila —le pidió tomando su bastón—, ella no tiene encanto porque nunca ha sido akumatizada —le guiñó el ojo—. Me aseguraré de que siempre sea así.

Y se fue, dejando a la roja con motas muy confundida.

...

Y ahora todo parecía tener sentido.

Un horrible y perfecto sentido.

Chat Noir estaba frente a ella, dispuesto a confesar su identidad. Pero, ¿Por qué? ¿Por qué él dijo que ambos estaban saliendo? ¿Por qué le diría eso cuando ella estaba...?

—Adrien —susurró, haciendo que Chat Noir se sobresaltara.

—¿Lo sabías? —exclamó sorprendido— ¿Por eso nunca me dices nada cuando vuelvo de las misiones?

Marinette se cubrió la nariz y la boca con ambas manos para no gritar.

¡Más coincidencias!

—¿Cuándo los supiste? —le preguntó, regresándola a la realidad, ella y Chat Noir, Adrien, en su balcón a la luz de la luna.

—Yo... —no pudo decir nada, se abrazó al superhéroe con fuerza—... solo uní los puntos.

—Sabía que eras muy inteligente, Marinette —respondió, abrazándola también.

Marinette sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas.

Adrien siempre había sido como el sol, en el que le gustaba orbitar y Chat Noir, la luna que brillaba en medio de la oscuridad... y ahora, ambos se habían fusionado, como un eclipse, en uno solo.

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