Minirelato N° 52: Adrinette

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Marinette había encontrado cierto patrón entre el comportamiento de su bebé, con la presencia de Adrien en la casa.

Sí su pareja estaba en la casa, no había poder humano que hiciera dormir a Emma, que no fuera en los brazos de su papá. Podría estar completamente irritable por el sueño, pero no se iba a dormir si no sentía el calor de los brazos de su padre.

Y no es que Marinette pudiera culparla, estar entre los brazos de Adrien era la mejor sensación del mundo, pero era un factor bastante problemático cuando él no estaba en casa.

Lo que la lleva al segundo caso.

Sí Emma llegaba a dormirse y Adrien no estaba en casa, ella automáticamente abría sus preciosos ojos verdes en cuanto lo sintiera entrar a la casa.

¡Es que era de no creer!

Ella podría estar escuchando música al lado de la pequeña y no se iba a despertar, ah, pero escuchaba el suave tono de voz del padre indicando que estaba en casa y era suficiente para que despertara y aclamara toda la atención.

Y no es que estuviera celosa de su hija, aunque Adrien le había hecho ese comentario en broma un par de veces. Es que le sorprendía el nivel de lazo afectivo que habían desarrollado ese par.

Adrien se derretía por su hija y su hija por él. Ver ese cariño que ambos se profetizaban a través de la mirada era una fuerza muy superior a la magia que había gobernado sobre ellos durante varios años.

Sí, los miraculous eran mágicos, milagrosos, pero nada podía compararse al lazo mágico entre Adrien y su hija Emma, un lazo que con el pasar de los meses solo parecía afianzarse más y más.

Marinette sonrió y bajó la mirada al test que tenía en el lavabo del baño. Lo tomó y salió hacia el living, donde Adrien caminaba entre los sillones y Emma lo seguía detrás, como si fuera un pequeño patito, siguiendo sus pasos.

—¡Hey! —llamó la atención de su marido, haciendo que se detuviera y Emma chocara contra sus piernas. Él tomó a su hija en brazos y se acercó a Marinette expectante de la noticia.

—¿Y? —preguntó, abrazando a Emma con anticipación.

Marinette afirmó con una sonrisa mostrándole la prueba positiva. Adrien se sintió tan eufórico que le dio un beso a Marinette en la frente y luego, apretó a Emma contra su pecho y luego la elevó al aire, girando con ella que reía por la emoción de su padre.

—¡Mira Emma, ahora serás hermana mayor!

Marinette sonrió viendo a Adrien girar tan emocionado y sintió ganas de llorar.

Le había costado tanto llegar a esto que ver la alegría genuina que demostraba su pareja era una calma a todos sus viejos fantasmas.

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