Minirelato N°45: Adrinette

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*Al final contexto del fic*


Siempre que había días temáticos en la panadería de Tom y Sabine, había largas filas esperando por conseguir un producto para ellos. Solía pasar con las Galletes en día de reyes, con los Buche de Noël durante Navidad y otras festividades, pero está no era la excepción.

Para los aniversarios de sus abuelos maternos, Sabine le hacía una pequeña ofrenda y preparaba lao po Bing, porque eran los postres favoritos de su mamá y el primero que ella había aprendido hacer.

Y como siempre terminaba haciendo más de los que ellos tres pudieran comer, empezó a venderlos en la tienda.

Con el paso de los años, aquella fecha que traía melancolía a su madre, pasó a ser un día de ventas y pensar en una sonrisa, como aquel postre que la unía a su madre, hacia felices a los clientes.

Marinette veía siempre esa escena, sintiéndose melancólica también, ella no sabía que haría si algún día perdía a su madre.

¡No!

Sacudió la cabeza y no iba a pensar en esas cosas, la tenía con ella, la disfrutaba y era la mejor mamá que pudiera tener.

Así que ese año, decidió unirse a su madre en la fabricación de aquel postre, en su intento de pasar tiempo con ella, después de todo, las responsabilidades de Ladybug no solo la había alejado de sus amigos y sueños.

Su padre le entregó la masa de hojaldre lista, porque nada comparaba los músculos de Tom con los de ella, y Marinette y su mamá, la extendieron para darle las formas y rellenarlas con la pasta de melón blanco que su madre le enseñó a hacer por primera vez y demás ingredientes.

Marinette observó como tomaban formas muy emocionada.

Colocaron cuatro en las ofrendas a sus abuelos, junto al incienso y el resto de bandejas serian bajadas con cuidado hacia la tienda para ser puestas a la venta.

Cuando Marinette llegó con su bandeja a la tienda, se encontró con que Adrien estaba ahí.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, sorprendida. Adrien solo sonrió y empuño sus puños frente a él, haciéndole notar a Marinette que llevaba guantes.

—Es día de trabajo, así que vine —Marinette miró a su papá confundida, pero Tom solo se reía, fingiendo no ver nada. Marinette entrecerró los ojos, antes de mirar a su pareja y entregarle la bandeja para que la colocara en el mostrador.

—¿Hoy si vas a dejar que te paguen? —dijo, parándose a su lado, para ordenar los Lao Po Bing, de una forma más bonita, a la pinta de comprador.

—No —negó con la cabeza—, estoy invitado a cenar, eso es suficiente.

—¡Adrien! —protestó, pero el chico solo le sonrió moviéndose para recibir la bandeja que Sabine traía con ella.

—Déjeme ayudarle —exclamó, tomando la bandeja.

—Gracias Adrien.

Adrien se paró al lado de Marinette con la nueva bandeja, para que ella siguiera acomodándolos. Marinette no le dijo nada, se mantuvieron en silencio, porque no tardaron en empezar a entrar los clientes.

Y al parecer, la atención al cliente a cargo de Adrien Agreste, habían triplicado las ventas, porque no solo desapareció todo el postre, sino todo lo que quedaba en la panadería: macarrones, muffins, pan, pasteles.

—No fue buena idea ponerte a atender clientes —comentó Tom divertido.

—¿Perdón? —dijo confundido.

—No le hagas caso —dijo Sabine con una sonrisa—. Cerraremos temprano, por qué no vas con Marinette a comer uno de los postres que dejé arriba.

—Sígueme —dijo Marinette. Adrien obedientemente la siguió, hasta el departamento, ahí le entregó un plato y un Lao Po Bing— ¿Quieres subir a mi balcón?

—¡Claro!

Marinette le sonrió y ambos subieron con su bocadillo hacia el balcón, ya estaba atardeciendo, así que era una buena hora para estar ahí.

—Es una delicia —comentó Adrien, después del primer mordisco.

—Yo hice ese —respondió Marinette con una sonrisa—, fue la primera vez.

—Ahora me gusta más —afirmó, pero quitó la sonrisa por una seria que inquietó a Marinette.

—¿Está todo bien?

—Tom me contó lo que se conmemora hoy —le contó, así que Marinette bajó la mirada—. Me invitó a cenar, y bueno, vine antes para poder ayudar.

—Así que por eso viniste

—Oye, yo sé que no los conocí, pero son tus abuelos —le dijo, tomando su mano libre del postre—. Y siempre estaré para ti, como tú lo estás conmigo en los aniversarios de mi mamá.

—Gracias —dijo.

Para cambiar el ambiente, Adrien sonrió.

—¿Sabías que este postre se llama el pastel de la esposa? —Marinette lo miró de reojo, su Chat Noir interno no podía evitar salir—. Y la mía, me lo hizo a mí...

—Creo que aun soy novia —le respondió.

—Bueno —dejó el plato sobre sus piernas y movió su mano—, detalles...

Marinette no pudo evitar reír, y se acercó a él a darle un beso en la mejilla.

—¿Y eso?

—Beso a mi esposo —respondió, divertida y la sonrisa de Adrien se amplió.

—Me gusta como suena eso —dijo, saboreando la palabra—. Pero eso si —le advirtió—, nada de sacrificarte por mi padre, si él está enfermo, se la buscó. Te quedas conmigo.

Marinette empezó a reírse de los nervios, y acercó su banquillo más hacia él.

—No voy a ir a ningún lado, Adrien, siempre estaré contigo. Y gracias por estar conmigo. 

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Para crear este fic, mi contraparte (Meimi) dio de tema los postres chinos Lao Po Bing. 

Tienen una leyenda detrás, que una familia muy pobre tuvo que sacrificarse porque el padre de él estaba muy enfermo. Asi que la esposa se vendió como esclava para salvar a su suegro.

Su marido, para rescatarla, preparó este postre y los vendió hasta que junto el dinero para comprar a su esposa y salvarla. 

Por eso el chiste de que Adrien le dice que no haga sacrificios por su padre porque no se merece nada xD 

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