MiniRelato N°40

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Chat Noir ni siquiera se sorprendió cuando vio a Scarabella llegar a la patrulla de esa noche. Algo en la boca de su estómago estuvo atormentándolo todo el día, era una sensación ácida, como morder un limón verde, devorándolo por dentro.

—¿No preguntarás que estoy haciendo aquí? —preguntó la superheroina, antes de tomar asiento junto al superhéroe.

—Supongo que Ladybug volvió a salir, ¿Por cuánto tiempo? —consultó sin mirarla. De pronto, un sobre fue puesto frente a su mirada— ¿Uh?

—Ladybug me dejo esto para ti —le respondió.

De mala gana, Chat Noir tomó el sobre, lo abrió y sacó la hoja de papel que estaba doblada en cuatro partes.

«Mon Chaton» Decía el enunciado de la misma, haciendo que el superhéroe, ladeada la cabeza hacia un lado, incomodo.

«Tú bien sabes que últimamente no soy yo misma, que no importa las circunstancias entre nosotros dos, siempre terminas obligado a juntar mis trozos rotos y armarme cuando ni lo merezco. Es por eso que yo...»

Chat Noir se puso de pie.

«Me voy. No sé cuántos días estaré afuera. Necesito encontrar las energías y las fuerzas para seguir con esta misión por mí misma. Aprecio tu fortaleza, su lealtad para conmigo, pero esta es una batalla que tengo que luchar sola, porque es en mi interior. Ruego porque pueda apartar todo lo que nubla mi juicio y volver junto a ti, lo más pronto posible. Pero quiero hacerlo bien, disfrutar de esto, de tu compañía, de compartir todo sin temor. Sé que no te llevas bien con ella, pero ¿puedes trabajar con Scarabella estos días? Ella es una gran fan de nuestro trabajo, estoy segura que con un par de batallas serán un gran equipo. Porque tú eres el mejor compañero que alguien puede pedir.

Lo siento, Chat Noir, prometo escuchar todo tu descargo cuando vuelva.

Ladybug»

Chat Noir bajó la nota arrugándola en su mano derecha.

—¿A dónde se fue Marinette, Alya? —preguntó con un tono tan gélido que la chica a su lado, se sorprendió más de eso que de su relevación.

—¿Lo sabes?

—Lo sospeche, siempre lo sospeche —respondió, bajando la mirada. No iba a confesar que había escuchado al director decírselo a la profesora Bustier, no iba a decirle que esa mañana cuando fue a la panadería en busca de conseguir un par de macarrones, sus padres le habían dicho que salió con su abuela fuera de París. Que habia estado muy desanimada y tenían miedo por su salud. ¡Quién más que Alya para ser una gran fan de ellos dos! ¡Como no esconder a Rena Furtive si era su mejor amiga!

—Chat Noir —Scarabella, apoyó su mano derecha con miedo en el hombro del superhéroe—. Ella no estaba bien. Estaba con mucha presión, con crisis de ansiedad y empezó a tomar pastillas para dormir. Su abuela la sacó de París para ver si mejora, si no, va a tener que empezar algún tipo de terapia.

Chat Noir observó a Scarabella con pánico. La acidez en su estomago empezó a hacerse más y más fuerte.

Cayó al suelo de la azotea en donde estaban tratando de regularizar su respiración. Scarabella se agachó a su lado, y le pasó la mano en la espalda en busca de que se calmara.

—Por favor, entiéndela —le suplicó.

Y en la entendía, por todos los miraculous que la entendía. ¿Cuántas veces él había estado en ese mismo estado? ¿Cuántas veces se había sentido abrumado y deseado desaparecer? Pero, ella siempre había estado a su lado, con sus palabras, con sus sonrisas y sus dulces...

No pudo evitar llorar.

Porque ambos tenían una vida tan parecida y tan agotadora.

Respiró profundo y se secó el rostro con el revés de su mano.

—¿Chat Noir?

—Ven, Scarabella —le dijo, poniéndose de pie—, te mostraré las patrullas. No queremos que Ladybug a su regreso encuentre París envuelto en llamas, ¿verdad?

Scarabella observó a su compañero y afirmó antes de seguirle los pasos.

«Por favor, Alya, necesito que te asegures de que Chat Noir va a estar bien... Yo no quiero causarle más dolor, estoy harta de ser la causante de su sufrimiento...»

Scarabella sonrió.

«Te esperan hartas sorpresas a la vuelva, amiga» pensó. 

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