MiniRelato 41: Ladynoir

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Ladybug nunca habia estado tan ansiosa de que su compañero llegara como en ese momento. Cuando lo sintió llegar, se puso de pie, extendiendo sus manos hacia él.

—Dame, dame...

Chat Noir la miró de reojo y desconfiado, y sacó de su espalda, el pequeño paquete que traía con él.

—¿Ni un gracias? —protestó, viéndola abrir el paquete como si fuera una niña pequeña—. Encima que me hiciste sentir re infiel.

—¿Infiel? —dejó un segundo de abrir el paquete para observarlo, confundida— ¿Por qué?

—Tus padres hacen bombones de chocolate, M'lady, ¿por qué tuve que ir a comprarlos a otro lado?

—¿Por qué yo no podía? —respondió, finalmente abriendo la tapa del paquete para ver unos cuadraditos de chocolate. Los olfateó y sonrió.

—Sigo sin entender —volvió a decir, para conseguir una explicación— ¿por qué simplemente no le pediste a tus padres que te dieran un poco y me mandaste a comprarlos al otro lado de la ciudad?

—Es que mis padres no me dejan comerlos —y ante eso, el superhéroe le quitó la caja con una velocidad que ni Ladybug se dio cuenta— ¡Oye!

—No te los daré hasta que no me digas por qué no te dejan comerlos, ¿te hacen daño? —preguntó preocupado—. Yo no voy a ser partícipe de algo así.

—No es eso —respondió, moviendo sus manos para que le regresara su caja de chocolates—. ¿Recuerdas cuando Tikki enloqueció por el Gallete? —cómo Chat Noir afirmó, ella continuó—. Bueno, a mi me pasa eso con los chocolates con trocitos de castañas —confesó, apretando sus puños—. Mis padres no me dicen nada, si saco cosas de la panadería, o si regalo... pero cuando es el tema de los chocolates, se ponen un poco estrictos porque sabe que si se descuidan —dio un aplauso—, adiós chocolates.

—¿Me acabas de revelar tu debilidad? —preguntó divertido, regresándole los chocolates.

—Podría decirse que sí —afirmó, sentándose en el techo del Trocadero una vez más—. Para que veas como confió en ti.

Chat Noir solo sonrió y se sentó a su lado, Ladybug se llevó uno de los chocolates a la boca y lo saboreó, perdiéndose en el sabor de éste.

—No es como el de mi mamá, pero es tan rico... —suspiró.

—¿Puedo probar uno?

Ladybug tomó uno y cuando el superhéroe abrió la boca, ella se lo comió.

—¡Delicioso!

—Tramposa —protestó, y Ladybug solo sonrió.

—Éste es bueno —dijo, tomando otro, pero antes de que ella pudiera bromear al superhéroe una vez más, él se adelantó, la besó brevemente y en shock por la sorpresa, pudo tomar el chocolate de su mano.

—Sí, está delicioso —aquello la regresó, entrecerró sus ojos, pero sonrió al ver como el chico disfrutaba de la sensación.

—¿Verdad?

—Hablaba de tus labios, pero el chocolate también está bueno.

—¡Chaton! —protestó chocándolo con su cuerpo, pero éste solo se rio.

—Nunca había comido chocolates con castañas —le confesó—. Solo como chocolates con alto porcentaje de cacao, así que son amargos.

—¿Y las castañas?

—Asadas —contestó—. A mi madre le gustaban mucho, así que solía comerlas con ella.

—Bueno, estamos en temporada de castañas, ¿y si vamos a mi casa y asamos algunas?

—¿De verdad?

—¡Si! —dijo, ofreciéndole el ultimo cuadradito de chocolate—. ES lo menos que puedo hacer como pago por los chocolates.

Chat Noir tomó el chocolate y en cuanto se lo llevó a la boca, sintió los labios de Ladybug sobre los suyos.

Cuando la chica se separó, le guiñó el ojo.

—Aun no te había agradecido —le lanzó otro beso antes de ponerse de pie— ¿Nos vamos?

Chat Noir apretó los labios, esa chica lograba encantarle día a día.

—Vamos —dijo el superhéroe poniéndose de pie. 

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