⚸ | Capítulo 2

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Pov. Bastian

—Alfa, tenemos un problema.

Esas simples palabras me llevaron hasta aquí, la línea divisora del bosque, mirando a mi bebé gruñir y acurrucarse en los pies de una extraña, Sébastien es muy travieso, jugando y corriendo por los alrededores, pero nunca antes se había alejado tanto de nuestro territorio, casi se me salió el corazón del pecho cuando seguí su rastro y lo encontré aquí.

Casi.

Hay una leyenda urbana que habla de cómo se creó esta línea en el lago, va de boca en boca y cada vez le agregan algo más, algunos la cuentan como una historia de amor, otros como una tragedia, yo digo que son palabrerías, una vil infamia sin sentido, esta línea existe porqué los de su clase, no quieren mezclarse con nosotros.

Busco la mejor vía para traer de vuelta a mi territorio a Sébas, pero no le veo la salida a este gran laberinto, Sirio está tranquilo, es un buen indicador que la extraña no representa un peligro para mi bebé y verlo juguetear con el ruedo de su pantalón, es otro indicador para mantenerme en tranquilidad pero en guardia buscando alguna señal de peligro.

—¿Cómo te llamas?

—Addie —carraspea y mueve sus piernas —. Adhara, me llamo Adhara.

—Adhara —repito su nombre y la veo temblar —. Él tiene que volver a mi territorio y tú tienes que acercarlo a mí.

Su rostro se contrae, la sorpresa y el horror pasan por sus ojos y luego levanta a Sébas del suelo y lo observa arrugando su rostro en el proceso.

—¿Es normal?

—¿Qué?

—Qué escuche su voz en mi cabeza —y me mira preocupada y todas mis alertas se encienden.

—No, no es normal —mi beta gruñe y trata de acercarse y ella retrocede por instinto.

Los licántropos solo pueden comunicarse con sus padres mediante o con su alfa mediante el link, no entiendo que está pasando, ella claramente no es una loba y mucho menos hay sangre de lobo en sus venas.

—Dice que no se quiere ir.

—Lo sé, lo estoy escuchando.

—¿Y qué haremos? —menea sus manos y su mirada va desde Sébas hasta mí, no sabe cómo manejar esta situación.

—Déjalo en el suelo y camina hasta la línea a ver si te sigue.

Y lo hace, él corre hasta alcanzarla y suelta leves lloriqueos cuando se acurruca en sus piernas y ella me mira confundida, lo carga entre sus brazos, lo acaricia y deja de llorar, suelto un largo suspiro.

—Tendrás que cruzar la línea con él en brazos —arquea una de sus cejas —. Te prometo que nada malo te pasará.

—No necesito tus promesas, sé defenderme.

Luna Engreída ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora