⚸ | Irune Heinze

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Diario personal de la princesa Irune

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Diario personal de la princesa Irune

—¿Quién anda ahí? —mi leve susurro se pierde en el ruido de las hojas moviéndose, rezo a los dioses para que los guardias no hayan descubierto que me escape.

Me dolería demasiado que después de tres años escapándome a estas horas al bosque hayan descubierto mi escondite, se vuelve a quedar todo en silencio y suelto un suspiro, sigo jugando con los pajaritos, ellos vienen a mí porque les doy de comer y se dejan acariciar, me hacen compañía cuando estoy aquí.

No ha cambiado mucho la situación desde que empezó la guerra, no he visto a papá desde entonces y mamá murió hace un año, según Kashya, le tendieron una trampa pensando que papá iba en el carruaje, lloré mucho cuando me enteré, pero algo murió en mí cuando papá no apareció ese día en mi puerta para consolarme, se olvidó de mí.

El picoteo de los pajaritos en mis manos me da cosquillas, unas pequeñas risas salen de mis labios, haciendo que retumbe por todo el bosque, es lo único bueno de estar aquí, los rayos del sol que golpean mi cara, la brisa que envuelve mi cuerpo, me hace sentir viva, los animales a mi alrededor me hacen saber que no estoy sola, que hay personas que dependen de mí.

Sigo buscando la manera de parar la guerra, pero encerrada en una torre no es la solución, hasta que papá decida que tengo la edad suficiente para afrontar sus consecuencias con altivez no podré ponerle fin a esto, no se a lo que se refería Tristán hace años, he buscado en los libros algún hechizo o algo y no hay nada, las guerras solo se detienen cuando uno de los adversarios muere.

Me levanto del suelo limpiando mis manos y las rodillas que están llenas de tierras, las ardillas, los pajaritos y los conejos cogen un rumbo diferente, cuando todos están llenos y sin hambre, me gusta alimentarlos porque son muy tiernos, también me gusta jugar con ellos, no pueden hablar, pero nos entendemos a la perfección, mi piel se eriza por completo cuando veo a un hombre mirándome fijamente.

No entres en pánico me digo a mí misma, cuando abras los ojos desaparecerá, solo es producto de tu imaginación, pero no lo es, está a diez pasos, mirándome como si no lo creyera, parpadea y camina, meneo mi cabeza en ambas direcciones buscando una salida, vuelvo a mirarlo y me tranquilizo cuando no le veo el uniforme de la guardia real.

—¿Quién eres? ¿Qué haces en mi bosque?

—Yo, mm, creo que me perdí.

—Pues vuelve por donde viniste.

—¿No me vas ayudar? Creo que me golpee la cabeza al caer.

—¿Por qué debería de hacerlo? Arréglatelas solo.

—¿Tú quién eres?

—A ti que te importa.

—O sea, que tú sí puedes preguntar, pero yo no.

Luna Engreída ✓Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora