⚸ | Capítulo 8

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—¿Quieres más? —papá le está dando el desayuno a Sébas

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—¿Quieres más? —papá le está dando el desayuno a Sébas.

Sonrió cuando él me mira y asiente con su cabeza, hoy me di cuenta que le gusta mucho el yogurt con cereal, ya van dos platos que se come, tenemos eso en común, son las once de la mañana y Bastian vendrá en la tarde a buscarlo, nos la hemos pasado jugando y comiendo, papá se ha reído mucho hoy.

—Gracias abuelo.

Papá se presentó hoy como su abuelo y desde ese momento se ha referido a él así y su sonrisa crece cada vez que lo dice, a papá le fascinan los niños, le hubiese gustado tener un equipo de futbol, pero mamá nunca quiso otro niño y él no se volvió a casar después de su divorcio.

—Es un niño muy inteligente y educado.

—Bastian y Rebecca hicieron un buen trabajo.

—Me gustaría conocerlos.

—Hablando de eso —Sébas pide agua y le pasó un vaso —. En unos días habrá una fiesta, dónde él me presentará como su pareja en la manada y me gustaría que me acompañaras.

—Claro, solecito, a dónde quieras te acompaño —le limpia la boca y lo deja en el suelo, él viene corriendo hasta a mí, lo alzo y lo siento en mi regazo —. ¿Es una fiesta de compromiso?

—No, no es una fiesta de compromiso, no nos vamos a casar papá, solo estamos fingiendo. ¿Por qué me miras así?

—Por nada —se ríe entre dientes y frunzo el ceño.

—Papá dime.

—No pasa nada princesa.

—No te creo.

—Yo tampoco.

Oh.

—¿Cómo que no me crees? ¿Qué es lo que no me crees?

—Tus ojos brillan cuando lo mencionas a él, no creo que solo estés fingiendo.

—Brillan con odio.

—No me mientas, te conozco.

—Bueno —me remuevo en la silla y Sébas se acurruca a mí —. Puede que me llame la atención, es muy bonito, pero solo es atracción física, nada más.

—Entonces sí hay algo.

—No papá, no hay nada, es algo momentáneo, no durará.

Sé que no me cree, ni yo misma lo hago, se acerca a mí, deja un beso en mi coronilla, le hace cosquillas a Sébas y me dice que irá a su despacho a trabajar, termino de desayunar y salgo al jardín, el sol brilla, él corre hasta el columpio y me pide que lo suba, sus carcajadas resuenan en el lugar cuando lo empujo y se balancea adelante y hacia atrás.

Sus ojos brillan y mi corazón salta en mi pecho, está felicidad la quiero sentir toda mi vida, nos reímos y pide que lo impulse más, cuando me quedo sin energías me siento en la grama y lo miro, le hago cosquillas en sus piecitos y se retuerce mientras se ríe, levanto la mirada cuando escucho pasos, es Rania, camina con la cabeza baja y lleva una canasta con verduras en sus manos.

Luna Engreída ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora