⚸ | Capítulo 32

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Que linda se ve la luna

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Que linda se ve la luna.

Camino por mi tienda, buscando una cobija, me quedaré aquí hoy, está muy tarde para ir a la casa de papá y preocuparlo con nimiedades, lo único malo de todo esto es que la horrible sensación no abandona mi pecho, quiero regresar para dormir abrazada con mi bebé, un escalofrío recorre mi cuerpo, me siento tan cansada, sola y desdichada, tengo muchas ganas de llorar, pero las lágrimas no quieren salir.

Suelto un largo suspiro mientras acomodo la cobija en el suelo, el sueño me invade de repente cuando mi cabeza toca el cojín, mis ojos se van cerrando poco a poco, mi cuerpo se va relajando, siento como si estuviera volando entre nubes de algodón dulce, hasta caer en un sueño profundo, me sobresalto por un sonido, estoy desorientada, todo se ve oscuro, pero el sonido vuelve, cada vez más fuerte, mi cabeza palpita.

Es una llamada, de un número desconocido, no quiero ni responder, porque me estoy imaginando quién podría ser, me jodió el día y ahora también quiere joderme la noche, me quedo mirando el historial de llamadas, tengo varias perdidas de Bastian, debería de mandarle un mensaje diciéndole que estoy bien, pero quiero hacerlo sufrir, aunque quizás eso me haga una mala persona, vuelve a entrar la llamada y la cojo antes de que cuelgue.

—Mira Oliver, deberías de regresar a Francia y dejarme en paz, usa la cabeza por primera vez en tu vida, deja de joder.

—Adhara, por todos los dioses, ¿Dónde estás metida? ¿Y quién diablos es Oliver? —es la voz de Daphne, frunzo el ceño, intento hablar, pero me interrumpe, ella se escucha agitada, como si estuviera corriendo —, escúchame, Venus se llevó a Sébastien, ahora mismo la estoy siguiendo, necesitas volver de dónde sea que estés, pero rápido.

Mi corazón se detiene por milisegundos.

—¿C-cómo? No entiendo, ¿A dónde se lo llevó?

—Entró al bosque, te juro que la mataré...

Su voz comienza a escucharse distorsionada, debe de estar en lo más profundo del bosque, ahí la señal falla, la llamada se corta, me quedo unos segundos mirando el teléfono, hasta que mi cerebro se activa, al igual que el miedo y la desesperación, me levanto del suelo buscando los zapatos para ponérmelos, las manos me tiemblan, por mi cabeza pasan escenarios horribles de lo que ella puede estarle haciendo en este momento a mi bebé.

Esto es mi culpa, no debí de irme, debí de quedarme allá, si le llegase a pasar algo a Sébastien, me moriría, ella también de manera lenta y dolorosa, agarro las llaves del carro, pero me detengo, el camino del pueblo a la manada, es de media hora, muchas cosas pueden pasar en ese lapsus de tiempo, necesito tele transportarme, la última vez que lo intente tenía trece años, hacen once años de ese suceso, sé que lo puedo lograr.

Trato de calmarme respirando varias veces antes de hacerlo, siento el hormigueo por todo mi cuerpo, luego una brisa fresca envolviéndome y caigo al suelo de golpe, suelto un jadeo mientras abro los ojos, el bosque está muy oscuro, no sé dónde me encuentro, intento mover mis pies, pero el dolor no me deja, me disloque el tobillo, a buena hora vino a sucederme esto, las lágrimas bajan por mis mejillas.

Luna Engreída ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora