⚸ | Capítulo 15

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Maratón 3/3

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Maratón 3/3

Estoy en el jardín viendo a Sébas correr, ha pasado una semana desde que Bastian nos informó que unos rogues intentaban causar disturbios e invadir la manada, no he salido desde entonces, tanto mi bebé y yo nos aburrimos con facilidad, así que decidí entretenerlo mientras practico mi magia, él corre para alcanzar una flor que he creado de la nada, o, mejor dicho, gracias a mi magia, una de mis manos está en el suelo, cierro mis ojos y la hago desaparecer, haciéndola crecer en otro lado, suelta pequeñas risitas y mi corazón se llena de alegría.

La manipulación de los elementos me sale muy bien, también proyectar bolas de energía, pero no teletransportar cosas, por culpa de mamá, nunca pude mejorar eso y no sé si sea bueno aprender en este momento, quizás me pueda servir más adelante, después de un rato jugando, viene hacia mí y se sienta en mis piernas, al principio pensé que se iba a asustar cuando hice aparecer la primera flor, pero sonrió y sus ojitos brillaron, me lanzo un beso y comenzó a correr detrás de cada una.

Por lo menos, él no me juzga.

—¿Qué más sabes hacer?

—Maldición Bastian, me asustaste —abro mis ojos cuando me doy cuenta que maldecí con Sébas aquí y él me mira tapando sus oídos con sus manitas.

—No escuché nada mami.

—Lo siento bebé, mamá no volverá a decir eso —sonrió cuando deja un tierno beso en mi mejilla, Bastian se sienta en el suelo, a mi lado, rosando nuestros hombros, carraspeo y lo miro —. ¿Para qué quieres saber?

—Me da curiosidad saber que puede hacer mi mujer.

—Soy muy buena manipulando los cuatro elementos —hago aparecer unas ramas que se envuelven en sus pies y lo inmovilizan, su rostro no muestra ninguna señal de asombro, de las ramas hago que broten pequeñas flores de colores y Sébas aplaude, el viento sopla con normalidad y me concentro, subiéndolo de potencial y llevándolo hasta Bastian, haciendo que lo golpee con fuerza y su espalda choca con el suelo —. Mierda, lo siento, lo siento —las ramas se alejan de su cuerpo y me muevo para ayudarlo.

—Interesante, eres buena.

—No medí con que fuerza envié esa ráfaga de aire hacia ti, lo siento, no quería lastimarte.

—Está bien Adhara, solo fue un golpe.

—¿Te duele?

—Un poco.

—¿Dónde? —me ubico al frente de él y mis manos van a su cabeza, buscando el golpe, pero sus brazos envuelven mi cuerpo, chocándome con su fuerte y apetecible pecho, lo fulmino con la mirada, sonríe de medio lado, Sébas suelta una risita y se tapa los ojos —. Eres un estúpido, solo estás jugando conmigo, no te duele nada, animal del monte.

—Si me duele, pero si me besas, sé que el malestar desaparecerá rápido.

—Las ramas irán en tu cuello, para la próxima.

Luna Engreída ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora