capítulo seis

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No estaba lloviendo. Hacía un día relativamente bonito. El sol se escondía tras las nubes que se acumulaban a su alrededor, como si fuesen sus súbditas. Sin embargo, Cyno caminaba con un paraguas verde en su mano derecha.

Las calles del centro estaban más llenas que de costumbre. Hacía poco que Cyno había escuchado algo sobre una huelga, así que supuso que este era el motivo por el que la gente se dirigía en grupos enormes hacia un mismo lugar.

Honestamente, no estaba de humor para ver por qué estaban protestando. Ya se enteraría en otro momento. Su único objetivo en ese momento era encontrar al universitario lindo de la facultad de Bioquímica (si es que tenía suerte y no estaba en la huelga) y charlar un rato con él.

El día anterior, domingo (cuando estaba sufriendo las consecuencias de su resaca), su madre les hizo una visita inesperada. Todo acabó mal, muy mal. Y Cyno acabó involucrado. Cada vez que su madre aparecía, solo era para causar problemas. Que andaba corta de dinero y el hombre con el que estaba la había vuelto a dejar a su suerte, ¡pues que se lo pensara antes de hacer gilipolleces!

Es cierto que, a veces, Cyno sentía lástima al ver cómo una mujer a la que solía admirar (en su estúpida inocencia) había acabado en la miseria. A pesar de su maltrato y la infidelidad que la arrastró a su situación actual, él sentía algo de compasión. 

Aunque también era cierto que ella misma había buscado eso. ¿Por qué involucrarse con otro hombre estando casada? Jamás podría comprender la lógica de las personas infieles. De la misma forma en la que tampoco podía comprender la irracionalidad de su madre.

Dejando ese tema de lado (tema del que odiaba hablar), en el fondo, Cyno se sentía algo emocionado. Esta vez le preguntaría su nombre, definitivamente.

La facultad donde el joven estudiaba estaba llena de gente. No era de extrañar ver a extranjeros observando, fascinados, la fachada, paseando a lo largo de los caminos empedrados rodeados de vegetación o sentados en los bancos exteriores. Era un lugar precioso, motivo por el que era muy concurrido.

Cyno se hizo paso entre todas estas personas. Al poner un pie dentro del edificio, cierta inseguridad se le instaló en el pecho. Era una persona que normalmente tenía poca vergüenza, pero ese día era distinto.

Era la hora de descanso, así que el universitario lindo probablemente no estaría dentro de su aula. Sin embargo, tras un rato buscando y preguntando, pensó que esta podría ser una posibilidad.

—Perdona, ¿eres Albedo? —le preguntó a un joven de baja estatura y cabello rubio que le había resultado familiar. Dos luceros celestes lo escrutaron antes de responder.

—¿Cyno?

—¡Exacto! Ese soy yo —sonrió—. Hacía mucho tiempo que no te veía. ¿Qué tal te va?

—Bastante bien. Aunque a veces me apena no haber decidido estudiar Bellas Artes.

—Es lo que tiene ser bueno en muchas cosas —si él hubiera querido, podría haber escogido cualquier cosa. No importaba qué, en realidad.

—Tampoco es para tanto —entornó sus ojos—. ¿Y qué tal estás tú?

—Los estudios van de puta madre. Aunque a veces es agotador, lo admito —suspiró—. Ay, cierto. Antes de que se me olvide. ¿Has visto a un chico de cabello negro y mechas verdes? De mi estatura, más o menos. Tiene la piel morena y los ojos de dos colores.

—Ah... Creo que sé quién es. Hace un rato pasé por el aula B2 y lo vi dentro —Cyno frunció el ceño.

—¿Dónde está eso? —Albedo suspiró.

El verde de mi primavera ♡ CynonariWhere stories live. Discover now