capítulo cuarenta y cinco

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El rumor de las hojas evocaba memorias pasadas. Dos jóvenes enamorados se ahogaban en el inquieto silencio, conteniendo la respiración mientras sentían la piel arder cada vez que sus manos rozaban.

—¿Por qué has traído tus cascos...? —preguntó Cyno, en un triste intento de romper el hielo.

—En los festivales siempre hay mucho ruido, así que los traje por si acaso —respondió, con cierta timidez.

—Comprendo.

Las palabras simplemente no fluían. Esa tarde era distinta. Ambos eran conscientes de que este sería el último paso antes de adentrarse en un mundo desconocido.

Porque esa misma noche, la verdad finalmente saldría de su taciturno escondrijo, dispuesta a encontrar su hogar en un cálido corazón. Y en caso de ser rechazada, se sujetaría con fuerza a cualquier tenue esperanza que se mostrara frente a ella.

—Tighnari... —«Si no sientes lo mismo que yo, ¿podrías mostrar piedad...?»—. ¿Puedes darme tu mano? —su mejor amigo le extendió la mano derecha. Cyno apoyó su mano izquierda sobre ella.

Candente y sutil, nerviosa y tímida. Cyno la acarició con devoción, paseando su dedo índice por el dorso con tal delicadeza que su roce sugirió la caricia de una pluma. Tighnari hizo el amago de separarse, pero Cyno insistió, dándole un dócil apretón.

—No la alejes, por favor.

—¿La necesitas para algo? —bromeó su mejor amigo. Cyno se armó de valor y entrelazó sus dedos.

—Mi mano necesitaba compañía. Se sentía algo inquieta estando sola —Cyno le siguió el juego. Tighnari sonrió con diversión y se arrimó a él.

—¿También se siente solo su dueño?

—¿Cómo va a sentirse solo, con la compañía tan buena de la que goza?

—Tampoco digas eso —un tono arrebol ardió en el rostro de Tighnari. ¡Qué conversación tan extraña...!

Los frescos céfiros guiaron a la pareja hacia el Festival que tanto habían ansiado. Los corazones revoloteaban como dos palomas encerradas en una pequeña jaula, anhelantes de libertad.

—¡Tighnari, Cyno! —los saludó Nilou, quien se encontraba en la entrada del festival. Tighnari se fascinó al verla, e inconscientemente, apartó su mano de la de Cyno.

—¡Estás preciosa, Nilou! —le dijo—. ¡El azul te favorece muchísimo! Y ese maquillaje es hermoso.

—¡Muchas gracias, Tighnari! —la joven alzó su silente voz todo lo que pudo, intentando hacerse escuchar por encima del bullicio causado por la multitud—. Tú también estás... —la joven lo examinó de pies a cabeza—. Simplemente fantástico.

—Se agradece —murmuró Cyno.

—¿Has dicho algo? —en cuanto Tighnari se dio la vuelta para ver a su acompañante, Nilou le guiñó un ojo a su exnovio y susurró algo. Cyno le respondió a su mejor amigo, ignorando deliberadamente las indirectas de la pelirroja.

—Qué va. Yo no he dicho nada —mintió. Nilou sonrió y apoyó la mano derecha en el hombro de Tighnari, cuyo rostro estaba algo rojo por culpa del resfriado.

—¡Bueno, chicos! Disfrutad de esta noche, y aseguraos de que sea solo vuestra. Yo tengo que irme con mi enamorada —se despidió la joven, consciente de que su presencia no era requerida. Tighnari y Cyno se despidieron de ella con una gran sonrisa en el rostro.

—¿Hay algún lugar en especial al que quieras ir? —le preguntó Cyno. Tighnari negó con su cabeza y se puso sus cascos.

—Lo siento, pero... —su acompañante sonrió.

El verde de mi primavera ♡ CynonariWhere stories live. Discover now