capítulo nueve

161 24 11
                                    

Entonces, esta noche a las diez. No me falles —Cyno negó con su cabeza. Entonces, recordó que estaba en llamada y que Lumine no podía verlo.

—Allí estaré. Me pasaré media hora antes para acostumbrarme un poco al lugar, así que no te preocupes.

—Está bien, perfecto. Será un placer tenerte conmigo.

Hacía un mes, Lumine le había pedido un favor. Este favor era simple. La rubia había sido invitada a participar en un evento organizado por una cafetería, al cual acudirían algunos artistas. Aunque el público no sería especialmente grande, Lumine no quería presentarse sola, así que le había pedido ayuda a la primera persona que había considerado adecuada para cantar junto a ella.

Ponerse de acuerdo fue más fácil de lo esperado. Escogieron una de las composiciones de Lumine, una canción que hablaba sobre amor. Ella tocaría el piano y cantaría algunas partes, y Cyno tocaría la guitarra y cantaría las otras.

Lo difícil fue acostumbrarse al otro, recordar qué partes les correspondían y cuáles no. Cyno aún recordaba (bastante avergonzado) esa vez en la que atropelló a Lumine con su propia voz y le salió un gallo. Fue un pequeño desliz, un error que probablemente no olvidaría en su vida.

Como se trataba de una ocasión especial, Cyno avisó a Collei con antelación para que acudiera a dicha cafetería a verlo. Sin embargo, pocos minutos tras terminar la llamada con Lumine, le llegó un mensaje de su mejor amiga diciendo que había enfermado y que tendría que quedarse en casa.

Cyno dejó escapar un suspiro. Al menos, Nilou y Aether irían para ver a ambos.

—Papá, ¿seguro que quieres venir? —el hombre asintió reiteradas veces—. Hoy apenas has descansado. Puedes quedarte en casa y dormir.

—¡No! Realmente me hace ilusión ver a mi hijo cantando en directo, ¿sabes? Hace tiempo que no me haces el favor de cantar frente a mí —comentó mientras acomodaba su chaqueta—. Además, alguien tendrá que llevarte hasta allí.

—Tengo el carné de conducir —le recordó Cyno. El hombre sonrió.

—Me da igual.

Una vez que su padre decidía algo, no había forma de hacer cambiar su opinión. Cyno, quien había tenido que convivir con este hombre y con una hermana mayor exactamente igual durante toda su vida, ya ni siquiera se molestaba en quejarse.

Cuando la noche finalmente llegó, el universitario entró en la parte trasera del coche de su padre junto a su guitarra. El interior del coche estaba tan caliente que Cyno decidió deshacerse de su propia sudadera.

La cafetería no quedaba realmente lejos. Bueno, al menos no para Cyno (porque media hora de caminata se le puede hacer larga a cualquier otro), que ya estaba acostumbrado a pasar cada día caminando de un lado a otro.

Si su padre no se hubiese ofrecido a llevarlo, Cyno hubiera disfrutado de una fresca caminata nocturna. Aunque probablemente hubiese sido algo molesto: tenía que cargar con la guitarra, y le dolía el cuerpo después de haber pasado toda la mañana pintando tumbado en el suelo (nada recomendado, resultó realmente doloroso).

—¿Estás nervioso? —preguntó el hombre al detenerse en un semáforo. Estas calles eran tranquilas, apenas había personas. La mirada de Cyno estaba fija en una farola mientras la suave melodía que sonaba en el altavoz del coche flotaba a su alrededor.

—Hemos practicado suficiente. Seguro que nos irá bien —por primera vez en su vida, parecía confiado de sí mismo.

Actuar en un evento organizado era distinto a tocar en la calle, allí donde las personas no esperan nada especial de ti y simplemente disfrutan o rechazan lo que haces. Al menos, Cyno sentía que era así.

El verde de mi primavera ♡ CynonariWhere stories live. Discover now