capítulo cuarenta y uno

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Era una fría mañana invernal. La nieve había muerto algunos días atrás, dejando tras sí unos tristes vestigios de su existencia que se habían esfumado unas horas después.

El espíritu de la época era sosegado, algo pesaroso, pero nunca rozando el extremo. Esto se debía a que las personas se veían desprovistas de su energía, especialmente en estas fechas, cuando las vacaciones estaban por alcanzar su final.

No había pasado mucho tiempo desde el cumpleaños de Tighnari. Cyno todavía se estaba alojando en su casa, y tenía planeado permanecer hasta el último día de vacaciones (ninguno de los hermanos se quejaba de esto).

El ambiente había cambiado de una forma muy ligera, pero Collei lo había notado a la perfección. Entre Cyno y su hermano había nacido algo, un pequeño fuego que luchaba por seguir creciendo. Un fuego que necesitaba ser avivado y que cada vez necesitaría más espacio para expandirse.

—Lamento mucho no haber podido presentarme en tu cumpleaños —se disculpó Nilou, todavía algo apenada.

La atmósfera de la casa de Nilou era apacible y acogedora, perfecta para ambos, cuya única intención que tenían al quedar era conversar un rato para ponerse al día.

—No te preocupes —Tighnari tomó sus manos y le sonrió—, sé que últimamente has estado muy liada, viajando de un lado a otro. No podía exigirte que vinieras.

En cuanto terminaron las vacaciones de verano, Nilou desapareció casi por completo. Si no fuera porque todavía podían contactarse con ella a través del móvil, probablemente no hubieran sabido absolutamente nada hasta ese día que la encontraron en casa de Ayaka.

Tighnari comprendía a la perfección su ausencia. Ella, como bailarina, debía viajar lejos de su hogar para realizar sus actuaciones. Era como su padre: él también debía marcharse lejos para poder realizar sus actuaciones.

Él no podía fallarle al circo. Al igual que Nilou no podía fallarle a sus compañeros.

Por no decir que necesitaban dinero.

—¿Qué tal fue? —le preguntó ella antes de darle un sorbo a su té.

Tighnari y Nilou no eran especialmente unidos, pero sí es cierto que se llevaban realmente bien. Podían pasar horas charlando con el otro sin aburrirse y sin sentirse incómodos.

De hecho, tal era su comodidad cuando estaban juntos, que no se cortaban a la hora de contar cualquier cosa que tuvieran que decir.

—Muy bien, la verdad. Por la mañana fuimos a un Escape room y me reí muchísimo... No sabía que Cyno chillaba así —la pelirroja soltó una carcajada y le dio la razón—, y por la tarde me enteré que mis mejores amigos van a casarse.

—¿Kaveh y Alhaitham? —Tighnari asintió. Parecía emocionado—. ¡No me lo puedo creer! —a Nilou se le abrieron ojos como platos—, ¡me alegro muchísimo por ellos!

—Yo también. No sabes la ilusión que me hizo cuando me lo anunciaron —la pelirroja sonrió.

—Por cierto, cambiando de tema, ¿por qué solo llevas un pendiente? Que yo sepa, Cyno hizo dos —mencionó ella.

—Ah, eso... —Tighnari jugueteó con el pendiente que llevaba en su oreja derecha. Para evitar que su cabello lo cubriese, se había acostumbrado a colocarlo tras ella, dejándola así al descubierto—. Se lo dejé a él.

—¿Por qué?

—Para que fueran pendientes compartidos —respondió tras algunos segundos de meditación.

Esta información encendió una bombilla en el interior de Nilou.

—Tighnari —lo llamó. Su tono de voz hizo que el arrebol que había empezado a florecer en su rostro se hiciera muchísimo más notable. Ambos sabían lo que eso significaba—. ¿Tú...?

El verde de mi primavera ♡ CynonariWhere stories live. Discover now