capítulo veintinueve

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—Alhaitham... —lo llamó Kaveh entre sollozos. El mencionado lo abrazó con más fuerza, ignorando por completo el calor que sentía al no tener el aire acondicionado puesto.

Cuando su novio lloraba, Alhaitham se negaba rotundamente a separarse de él. Sin importar el motivo, él siempre estaría ahí para ser un apoyo, alguien en quien Kaveh pudiera confiar. ¿Quién más iba a consolarlo además de él? ¿Acaso existía alguien en el mundo que comprendiese a Kaveh mejor que él? La respuesta era simple: no.

—No me puedo creer que antes me dijeras que estabas mejor y ahora me vengas con esto... —suspiró contra el hombro ajeno. El rubio estaba sentado sobre sus piernas, rodeando su cuello con ambos brazos y con la cabeza apoyada sobre la suya.

—Lo siento... No me esperaba este bajón de repente —se quejó. Las lágrimas parecían divertirse en sus taciturnas carreras a lo largo del hermoso rostro de Kaveh, quien se había puesto rojo hasta las orejas—. Oye, Thamtham... —lo llamó tras un rato en silencio.

—Dime.

—Tú no me abandonarás, ¿verdad? Sé que soy muy pesado, desordenado y ruidoso, pero me gusta pensar que realmente me quieres —Kaveh se separó de él para poder verlo a los ojos—, y no eres igual que mi madre.

—Jamás me atrevería a dejarte, Kaveh —Alhaitham se acercó a él hasta hacer chocar sus narices—. Ya sabes que no me gusta decir estas cosas, pero por ti... Te amo más que a nada en este mundo. Voy a seguir cuidándote por el resto de mi vida... O lo voy a intentar.

Kaveh rio, cerró sus ojos y lo besó. Fue un beso tierno y sin segundas intenciones, una forma no verbal de expresar su agradecimiento y de dejar claro que él también lo amaba.

—Me da miedo pensar que te debo tanto, pero tengo tan poco para ofrecer —Kaveh contempló el rostro de su novio. Era tan hermoso como la naturaleza misma, aunque con una mirada tan fría como las noches invernales.

—No tienes que darme nada, Kaveh. Siempre supe que no querías volver a tu país y te hice un favor porque te quería —Alhaitham acarició la espalda desnuda de su novio con su mano derecha—. Temía que tuvieras que pasarlo mal otra vez.

—Y eres tan tonto por eso —Kaveh empezó a llorar nuevamente—. Tal vez por eso te amo tanto.

—Deja de llorar ya, bobo. Ya sabes que no pienso abandonarte —Alhaitham volvió a abrazarlo, aunque esta vez se recostó sobre la cama, dejándolo encima de él—. Ahora, duerme. Prometo quedarme aquí toda la noche.

—Thamtham... —el rubio apretó sus manos alrededor de la tela de la camiseta de su novio—. Te amo tanto.

Alhaitham plantó un beso en su cabeza. No pensaba dejar que Kaveh se sintiera solo ni una sola vez más en su vida.


—Definitivamente, llevan marihuana —dijo Collei tras escupir el trozo de magdalena que había probado—. Es como la que me dio una compañera mía un día. La cabrona me dejó probar un bocado y después me dijo que llevaba.

—No entiendo por qué alguien le daría una magdalena con marihuana a su compañero de trabajo —Tighnari ocultó su rostro tras ambas manos—. Aunque al menos se han divertido.

—¿Cyno también ha comido? —preguntó Nilou.

—Sí.

—Entonces iré a verlo. Imagino que seguirá despierto.

Al llegar a la habitación que ambos compartían, la pelirroja dio un par de toques y esperó con paciencia la respuesta de Cyno. Este tardó un poco en responder, aunque le dio permiso para pasar.

El verde de mi primavera ♡ CynonariWhere stories live. Discover now