capítulo ocho

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Nilou siempre había sido una niña bastante creativa. Cuando apenas tenía seis años, ella ya amaba escribir historias (a pesar de que no eran precisamente buenas), dibujar mil paisajes fantásticos y bailar, aunque lo estuviera haciendo mal.

En aquel entonces, ella solía pasar sus días con su abuela, una mujer criada en un barrio de un país extranjero, arrastrada hasta ese lugar por el hombre al que una vez amó. Un hombre que la hizo abandonar sus sueños y adaptarse a una nueva vida como ama de casa.

—Cielo, no dejes que nada ni nadie te haga cambiar. Tú eres hermosa, todo lo que haces es y siempre será perfecto —solía decirle a su nieta mientras peinaba su largo cabello pelirrojo—. No seas como esta vieja. Tú estás destinada a triunfar.

—¿Por qué no puedo ser como tú? Yo admiro mucho a mi abuela —se quejaba ella mientras sentía cómo su cabello era dividido en secciones. Y entonces, la mujer comenzaba a tejer su trenza.

—Yo abandoné todo lo que tenía por un amor. Tú jamás debes hacer eso —los chillidos de los niños del barrio en el que ahora vivía solían escucharse en la calle. Parecían divertirse, pero Nilou disfrutaba más de la comodidad que la mujer le brindaba—. ¿No quieres ir con el resto de niños?

—Quiero quedarme aquí —se negaba ella. La mujer suspiraba con pesadez.

No deberías quedarte mucho tiempo conmigo. Soy una vieja, y los niños deberían pasar el tiempo con otros niños —le recordaba ella cada vez que se negaba. Sentía que le robaba el tiempo a su nieta, una chiquilla tan terca que era casi imposible alejarla de ella.

Cuando la trenza finalmente estaba hecha, Nilou se ofrecía a ayudar a la mujer en todas las tareas del hogar. La niña hacía todo con una incontrolable emoción, dando saltos mientras sujetaba el cesto lleno de sábanas, bailando mientras fingía ir ataviada en un largo vestido que cubría su pequeña figura y siempre disculpándose cuando ensuciaba accidentalmente algo.

El barrio en el que su abuela vivía no era el más bonito. Las casas estaban mal construidas, la mayoría deterioradas. El suelo estaba lleno de grietas, y había hierbajos que brotaban desde su interior.

Sin embargo, Nilou se sentía feliz en ese lugar. Los habitantes escuchaban su dócil canto en silencio, los gatos la perseguían con descaro, sabiendo que ella siempre se detendría para darles la atención y comida que buscaban.

Ella estaba dispuesta a ser la flor de ese desierto. La voz que relajaba a los enfermos, la presencia que alegraba a aquellos con el corazón resquebrajado. La hija de la mujer que había perdido a uno de sus hijos, la nieta del hombre que perdió a su mujer y a su hijo durante la guerra, la mejor amiga de aquel que estaba solo. Nilou siempre encajaría en cualquier papel.

Tal vez por eso Cyno se sintió tan confundido cuando la tuvo tan cerca de su corazón. Ella era la persona que siempre le había hecho falta en su vida, era un lugar en el que se sentía protegido después de tantos años siendo despreciado por sus compañeros y por su propia madre.

Cyno juró haberse enamorado de ella. Él aceptó su confesión, correspondió cada beso, permitió que ella lo mimara cada día, e incluso hizo el amor con ella... Solo para acabar descubriendo que había confundido por completo sus sentimientos.

—Cyno, simplemente hay una cosa que quiero saber —Nilou le dio un sorbo a su taza de té.

Después de tanto tiempo separados, ambos habían decidido encontrarse en una cafetería para pasar un rato juntos. Al fin y al cabo, tras tantos años lejos del otro, habían acumulado mil experiencias que ahora podrían contarle al otro.

—¿Sí? —después de todo lo sucedido, Cyno estaba dispuesto a aclarar cualquier duda que ella pudiese tener.

—Cuando una persona corta con su pareja, normalmente suele dar alguna pequeña explicación. No obstante, el día en el que cortaste conmigo, tú simplemente me diste las gracias —el día de su ruptura no fue agradable para ninguno. Esa misma mañana Nilou había actuado frente a miles de personas, y la emoción de compartir su logro con sus seres queridos era imposible de controlar.

El verde de mi primavera ♡ CynonariWhere stories live. Discover now