capítulo cuarenta y tres

80 21 6
                                    

La brisa primaveral le acariciaba el rostro mientras iba de camino a la floristería. Hacía mucho tiempo que no tenía la oportunidad de montar en su bicicleta y dar vueltas por la ciudad, por lo que este día se sentía especialmente feliz.

Además, en cuanto regresara a casa de Cyno, ambos saldrían para almorzar fuera y pasar la tarde juntos. No había nada que le hiciera más ilusión que eso.

Los pájaros cantaban alegremente, acomodados en los árboles que finalmente habían florecido. En las calles reinaba un aroma floral que evocaba reminiscencias infantiles, incluida la nítida imagen de la hermosa mujer que era su madre, enfrascada en un precioso vestido que se balanceaba por cada paso que daba, con una cesta de mimbre atestada de flores colgada del brazo.

El viento parecía arrastrar su voz, acariciando los oídos de su hijo y produciéndole cosquillas. Era tan amena como una dulce melodía, tan memorable como un magnífico palacio gótico.

Tighnari sentía su corazón más vivo que nunca. ¿Tal vez la aparición de Cyno en su vida le estaba permitiendo ver su vida de una forma más positiva? Desde que era su amigo, no se sentía tan abrumado como de costumbre.

—¡Buenos días! —Tighnari sintió cierta calidez en su pecho al entrar nuevamente en aquel lugar. Era tan bonito como antaño, con ese característico olor a naturaleza que tanto amaba. Las flores caían del techo, envolvían las paredes e intentaban alcanzar su alma cada vez que podían—. ¡Tighnari! Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.

Tighnari sonrió: —Has cambiado bastante desde la última vez que te vi, Amber.

—Tampoco es para tanto. Solo me he puesto un poco más morena y me he cortado el pelo —la joven suspiró—. ¿Qué te trae por aquí?

—Me hacía ilusión visitar este lugar. Ya sabes que mi madre amaba pasarse por la tienda de tu madre cuando yo era un niño —de hecho, gracias a ella habían tenido la oportunidad de conocerse.

Sus madres eran muy buenas amigas, a pesar de todo lo que habían vivido en su juventud (un amor que no había funcionado y por ende, una gran decepción), y siempre hacían lo posible por verse. De esta forma, Collei y Tighnari habían conocido a Amber.

Amber siempre fue el pilar que mantuvo a su hermana en pie. Era un modelo a seguir, alguien a quien admiraba.

De la misma forma, era alguien que la cuidaba y apoyaba cada vez que algo salía mal. Más que una amiga, era una hermana para ella.

Y Tighnari no podía sentirse más agradecido.

—Ahora que mencionas a tu madre —Amber pareció recordar algo—, antes de fallecer, ella nos hizo un pedido. Sin embargo, nunca pudimos entregarlo, y las flores hace tiempo que perecieron —la joven se escondió tras el mostrador al agacharse, apareciendo a los pocos segundos con una hoja y un bolígrafo—. Así que quiero compensaros por...

—No es necesario —se apresuró a decir él—, venía a hacer un pedido, así que no te preocupes. No trabajes más solo por eso.

—Me da igual lo que me digas, sabes que lo voy a hacer —Tighnari suspiró, resignado—. Está bien, ¿y qué querías encargar tú? —al ver su rostro enrojecer, Amber sonrió—. ¿Cyno?

—¿Y tú cómo sabes eso?

—Collei me lo ha contado —ella cruzó los brazos y se apoyó en el mostrador—. Aunque me dijo que no estaba segura de tus sentimientos.

—Lo cierto es que no lo he hablado con ella.

—Deberías —Tighnari asintió con su cabeza—. ¡Bueno, como sea! Dime, dime. ¿Qué tienes pensado?

El verde de mi primavera ♡ CynonariOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz