Capítulo 11

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Ya habían llegado más de mediados de Diciembre y todo iba de maravilla, a excepción de dos pequeños detalles

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Ya habían llegado más de mediados de Diciembre y todo iba de maravilla, a excepción de dos pequeños detalles.

Su madre acababa de decirle que tendría que salir de viaje dos días antes de navidad, y que apenas regresaría para el veintisiete. Al menos si estaría en su cumpleaños.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?

—Recién me avisaron ayer—la mujer acarició la cabeza de su hijo. Sabía que le ponía triste, pero no podía ir en contra de su jefe si quería conservar el empleo.

—Pero ya he hablado con la madre de Yoongi, ellos te llevarían con gusto al viaje a Daegu por navidad. Así sirve que recuerdas tu ciudad natal, tantos años en la capital, y muchos tintes te dejarán calvo—El rubio no pudo evitar reírse a pesar de estar molesto. Aunque en el fondo la entendía, ella trabajaba por él, pero ¿Quien sería Kim Taehyung sin sus berrinches?.

—Solo espero que no pases navidad trabajando.

—Son gajos del oficio, hijo. No puedo hacer nada.

Y si, a veces Taehyung se sentía culpable por todos los esfuerzos que su madre hacía por el.

—Mamá—le llamó—Creo que prefiero quedarme con Namjoon Hyung. Jimin y Yoongi se quedarán allá hasta el veintinueve, y quiero estar aquí para cuando regreses. Un día después es mi cumpleaños—su madre suspiró.

—Hijo, sabes que Namjoon está ocupado con su trabajo, no creo que pueda atenderte.

—Le podría preguntar. Además en esta época del año tal vez tenga vacaciones—La mujer pareció pensarlo.

A Eunjin le preocupaba dejar a su hijo solo. Aunque sabía que el mayor era muy responsable, bueno, Taehyung lo era también, más de lo que debería a su edad. Tendría que confiar en él.

—Pregúntale. Si puede recibirte te quedas con él hasta que yo vuelva.

Taehyung emocionado besó sonoramente la mejilla de su progenitora. Ahora se podría poner al día con su primo, y tal vez ver a Seokjin, ya lo extrañaba. Él siempre solía jugar con él cuando era más chico. Y le regalaba probetas y goteros de cumpleaños, siempre le hacían falta un par, porque solía quebrarlos a menudo.

—Bien, ahora que todo está resuelto. Podrías explicarme por qué habían unas bragas, que por supuesto no eran mías, en la colada de la lavadora?

El rubio se espantó. Había sido demasiado descuidado con el artefacto en cuestión. Aceptaba que por mera curiosidad se las había probado, pero resultaron ser muy chicas para guardar su miembro cómodamente. Pero vaya que la tela era de lo más suave, nada comparado con el poliéster en sus bóxer.

—¡No son mías! digo si, bueno no.

—¿Son tuyas o no?

—Técnicamente si. Pero todo es culpa de Yoongi—explicó justificando el hecho mental, de que se las había probado y le habían gustado, más de lo que quería admitir—¡Me las ha comprado él!

Pequeño DesastreWhere stories live. Discover now