Capítulo 2

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La alarma sonó a las 4am, como usualmente, Taehyung la apagó antes de que pudiera soñar una segunda vez

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La alarma sonó a las 4am, como usualmente, Taehyung la apagó antes de que pudiera soñar una segunda vez. Estiró sus extremidades, relajando su cuerpo en el proceso. Había dormido genial, por lo que su humor iba muy bien.

Hizo su rutina como cada mañana. Media hora de yoga y meditación, ejercicio, ducha, y posteriormente alimentarse gracias a las habilidosas manos de su madre.

—Eunjin, aliméntame—hizo un puchero levantando su plato de Pucca en dirección a su madre. Era su plato favorito. Tenía uno a complemento de Garu.

—Jodido mocoso. Soy "'Mamá" para ti—respondió con falsa molestia, ya estaba acostumbrada al humor roto de su hijo. Puso unas quesadillas con salsa roja en su plato.

Taehyung ladeó la cabeza—¿Otra vez probando la gastronomía Mexicana?

—Claro—sonrió orgullosa y levantó su espátula al aire—La última vez que hice tacos quedaron mejor que las últimas veces.

—¿Quieres que te lo recuerde o prefieres conservar un poco tu dignidad?

—Mejor cállate y come cereal—Tae soltó una carcajada.

La última vez que su madre intentó cocinar comida extranjera, ambos fueron a parar al hospital con una intoxicación. Resulta que su madre no siguió la receta al pie de la letra, decidiendo ser más "espontánea" y no resultó tan bien.

—Ahora que recuerdo, el director me llamó a la oficina ayer, dijo que volviste a hacer una de las tuyas—Comentó Eunjin mientras servía un plato de cereal para su hijo.

Taehyung se hizo el desentendido, cogiendo una cuchara para comenzar a comer, sin mirar a su madre, que sabía por defecto, tenía las manos en la cintura, apoyándose en una pierna.

—Dime que clase de loco pone el cereal antes que la leche. Creo que necesitas un psicólogo.

—No me cambies el tema, Kim—optó por ponerse seria, de lo contrario su hijo jamás entendería. Las llamadas del director eran tan usuales que habían intercambiado números de teléfono. Y lo peor, ese viejo verde se le había insinuado discretamente en algunas ocasiones. Que por ser madre soltera automáticamente atraía a todos los cuarentones solterones. Debía ser algún castigo divino por embarazarse a los 16.

—Solo intentaba hacer un fertilizante para tu rosal favorito, las hojas empezaban marchitarse por el descuido. Trabajas mucho últimamente —bajó su cabecita haciendo un puchero, que su madre no podía ver. Eunjin se sintió culpable, había descuidado un poco su jardín, y aún más a su hijo.

Una ola de completa culpa se alojó en su corazón, quisiera que el día tuviera más horas, para poder estar más tiempo con su bebé. Desgraciadamente los gastos la superan, obligándose a hacer horas extras para mantener el nivel de vida que llevan.

—Siento mucho descuidarte, trataré de pasar más tiempo en casa—dejó un beso en su cabeza, para acariciarlo después—Además de que siempre quieres los mimos de mami.

Tae hizo un puchero, mientras fruncía el ceño. Era todo un gagito enojado a los ojos de su madre.

—Dame mimos.

Se dejó hacer, mientras su mamá besaba su frente y acariciaba sus orejas.

Caminaba a la escuela, su madre no pudo llevarlo gracias a una emergencia en el trabajo

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Caminaba a la escuela, su madre no pudo llevarlo gracias a una emergencia en el trabajo. Aprovechó a estudiar mentalmente sus apuntes de historia, hoy tenía un examen sorpresa, del que se dio cuenta por mera casualidad, para nada había esculcado las cosas de su maestra.

Iba tan concentrado que no se fijó por dónde caminaba, chocando con un extraño, cayendo ambos de bruces en el suelo.

—Fíjate por dónde vas viejo verde—bufó molesto. Ni siquiera se había molestado en observar bien al hombre frente a él. Pero esos pantalones tan horribles no podían no ser de un anciano.

—¿A quien llamas viejo verde?

Levantó la cabeza para observar a la persona de la que provino esa voz ronca y pastosa. Frente a él, un pelinegro, bastante joven para su vestimenta, le miraba con una ceja alzada. Era muy apuesto, pero enserio, ¿Quien compraba su ropa?, era un sacrilegio, en su humilde opinión.

—Dios, lo lamento—se levantó de prisa, cuando el extraño le tendió la mano para ayudarlo—Venía repasando mis apuntes mentalmente, porque tengo un examen sorpresa, del que no debería saber, pero sé porque revisé las cosas de la maestra y no lo noté porque venia muy concentrado, lo siento.

Él extraño sonrío, pues el adolescente le había parecido de lo más tierno. Carraspeó para recomponerse de la dosis de azúcar que el joven derrochó cuando realizó un puchero inconsciente. Sacudió sus pantalones y arregló las mangas de su suéter. Luego de poner su apariencia en orden, o hasta dónde se podía, miró al chico, que aún le miraba estático.

—Entonces creo que deberías irte, así no llegas tarde a tu examen.

Taehyung abrió los ojos al darse cuenta que venia con el tiempo justo. Salió corriendo en dirección a la escuela, olvidándose del desconocido a su lado.

—Adiós, niño desastroso.

Pequeño DesastreOù les histoires vivent. Découvrez maintenant