Capítulo 2 - Primera edición.

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Dos horas transcurrieron desde mi abrupta llegada y un poco menos del pequeño incidente con el hijo de mi padre, por lo que había decidido negarme a bajar para cenar. Despues de los hechos recientes prefería quedarme a salvo dentro de las cuatro paredes mientras terminaba de desempacar mis cosas. Obviamente la tarea no me había llevado mucho tiempo ya que sobraba habitación para mis pertenencias. A decir verdad solo ocupa una cuarta parte del enorme vestidor de este lugar, incluyendo en ese mismo porcentaje mi nuevo uniforme escolar que yacia con antelación acá...

Entre otras palabras, abusaba de la excusa para prolongar a toda costa el tener que relacionarme con ellos. Con cada uno de los Underwood.

Tratando de querer despejar un poco mi cabeza, me recosté en la amplia cama y tomé de mi bolso de mano uno de mis libros favoritos, Romeo y Julieta, un clásico. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que habia leído y releído esta obra, pero lo sorprendente de ella era que siempre lograba cautivarme de la misma manera. Sumado a que las historias de amor eran por lejos mis predilectas, y más aún si terminaban en tragedia. Ya que con el tiempo había aprendido que existian más matices grises que rosas en la vida, o al menos en la mía.
Y casi sin quererlo, pero por pensar en ello...el rostro de Ethan vino de nuevo a mis pensamientos. Estaba claro que debía conversar con urgencia con Daniel sobre esto. Tratar de buscar la manera de poder verlo con frecuencia y lo más importante de todo: no perder contacto. Que él dejara de reconocerme sería lo único que me partiria en mil pedazos.

Cuando justo me estaba por hundirme nuevamente en la nostalgia del pasado, unos pequeños golpes provenientes de la puerta del cuarto me llamaron.

Me paré rapidamente y con algo de temor (y pudor) fuí a ver de quién se trataba, suplicando en mi interior que no tratase del calenturiento adolescente que me había atrevido a husmear un rato más tarde. A mi fortuna, abrí la puerta y me encontré con Cloe del otro lado con una bandeja con lo que parecia ser la cena. Sin esperar a que yo le diga palabra alguna me la tendió con su rostro por completo inexpresivo.

—Se supone que debes sostenerla —dijo al notar que los segundos pasaban y yo seguía allí parada.

Entonces reaccioné y la tomé.

—Si, claro...gracias.

—Que no se te haga costumbre —dicho eso se dió media vuelta y se encaminó a su cuarto, seguido a eso pude escuchar el gran sonido del impacto de la puerta de su cuarto.

Me quedé allí parada sin saber como reaccionar ante esto. En definitiva habia sido una situación de lo más normal o cotidiana pero que a su vez resultaba demasiado incomoda. Y para sumarle a todo ello, la habitación junto a la mía se abria, así que hice todo lo posible por meterme a mi refugio a toda prisa.

Terminé de cenar con la compañia de mi libro y luego de unos largos momentos de ocio, ya me encontraba en la cama tratando de conciliar el sueño. Mañana seria mi primer día en el instituto nuevo y cuanto más pensaba en ello, más me agobiaba. En definitiva eran demasiados cambios para tan poco tiempo. Tratando de querer desconectarme de la realidad por un rato, procedí a apagar las luces y disfrutar del silencio a la vez que cerraba los ojos para intentar conciliar el sueño.

BastardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora