Tras la muerte de su madre, Amber Parker tiene que dejar toda su vida para comenzar desde cero con su padre biológico, el politico Daniel Underwood. Nueva casa. Una madrastra y medios hermanos quienes nunca había conocido.
Las cosas comienzan a pon...
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-¿Bebé?-el rostro de la rubia se torció levemente hacia un lado en cuanto escuchó aquello con la mirada ahora fija en mi padre.
Y el silencio volvió a imponerse.
-¿Que mierda esta diciendo?-la primera en emitir sonido luego de los segundos mas largos de toda mi vida, había sido Cloe. Y se notaba la desesperación mezclado con incomprensión que delataba su voz.-¿De qué bebé habla?
Ciertamente no recaí en ella. Mi mirada aún seguía fija en la de mi progenitor, quien todavía pálido por mis dichos, me miraba con cierta confusión en su semblante.
<<¿Es qué se podía ser mas hipócrita en la vida?
-Honestamente no sé a que se refiere, hija.-la voz de mi padre se sentía agónica.
-¡Ya deja de mentir!-exclamó furioso saltando de la nada Nicolas, quien hasta ahora solo había permanecido en silencio.-No nos engañes más.
Su verdadera melliza que estaba junto a él corrió su rostro al suyo y se lo quedo mirando con expresión de asombro. Y la sentí temblar, ya que su cuerpo seguía junto al mío. Luego centro su vista en mi, la cual no pude soportar. Le habíamos ocultado mucho, mejor dicho...le había ocultado mucho, y en mi afán de sentirme como una completa idiota, habría escupido toda la verdad sin recaer en como se lo podría llegar a tomar ella.
-¿Engañar? ¡¿Que demonios sucede aquí?!-dijo la morena casi al borde de las lagrimas.
Vaya a saber las cosas que estarían pasando en su cabeza, y solo me quedaba esperar que sean igual de malas que la verdad que se le avecinaba.
De lo contrario el impacto seria peor.
La publicista nos observaba mientras continuaba anotando quien vaya a saber que mierda en su libreta. Tenia ganas de arrebatársela con mis propias manos y romper la sarta de estupideces que de seguro había plasmado en ella.
-Creo que estamos todos demasiado alterados, quizás...
-Quizás sea mejor que te retires, Caroline.-espeto mi padre cabizbajo-No sabes cuanto lo siento, pero preciso hablar con mis hijos.
La señorita curvilínea solo asintió con cortesía, aun que a la vista estaba en su rostro el disgusto de la situación, y se levanto para encaminarse por su abrigo.
-Supongo que luego me comunicare contigo, Dan.-dijo esto ultimo para luego, por fin marcharse.
Quedando así, los cuatro nuevamente solos.
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