Tras la muerte de su madre, Amber Parker tiene que dejar toda su vida para comenzar desde cero con su padre biológico, el politico Daniel Underwood. Nueva casa. Una madrastra y medios hermanos quienes nunca había conocido.
Las cosas comienzan a pon...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
________
Si, era él, pero no como mi mente lo recordaba. Lejos de este joven y por demás apuesto chico que tenia parado frente a mi había quedado su rostro angelical y adolescente, para ahora pasar a tener uno mucho más...inquietante...interesante...intimidante... y aniquiladoramente atractivo, al menos para mi.
Fueron sus labios los que por primera vez se movieron, los que por primera vez reaccionaron a los largos segundos de tan solo mantener su mirada constante, increblantable y avasallante sobre mi. Fuero sus labios, sus tan recordados, rosados y perfectos labios los que se abrieron para tan solo exhalar el aire que estaban conteniendo sus pulmones al verme luego de tanto tiempo parada a tan corta distancia.
-Amber, por favor, debes irte-oí suplicar encarecidamente en un tono de voz tan bajo que solo llego hacia mi. Era mi hermana.
La había escuchado, sin embargo, no había sido capaz de mirarla y separar mis ojos de la persona que tenia aún frente a mi. Estaba perdida, me sentía desvanecer, pero ahí seguía, parada y congelada. Pero aún así, lo hice, intenté cumplir con lo que me pidió.
Contuve el aliento para pasar a tomar mis cosas precipitadamente, y aún sabiendo que tendría que pasar por su todavia inmutable lado, lo hice, me abrí paso firme y decidido en esquivarlo, incluso eludiendo la tensión que despidió su cuerpo al rozar de el sin querer para huir. Y fue allí mismo cuando sentí algo sobre mi piel, como si de una descarga eléctrica se tratase. Un brazo tan blanco como el mío, solo que mucho más ancho y con un sendero de venas algo azuladas y marcadas alrededor de el, sostenían mi pequeña muñeca. Me había detenido, Nicolás me estaba deteniendo.
-¿A dónde te crees que vas?-expresó aquella voz que no había oído en años, y hasta algo más áspera a como la recordaba. Me continuaba desnudando con su mirada, con apenas solo algunos mechones dorados que llegaban a molestarle la vista. Ya no tenia el cabello tan largo como antes, si no que se que lo había cortado y de una manera en la cual solo él podía llevarlo desordenadamente elegante.
Y sentí miedo, miedo ante él. Sin siquiera saber que responder.
-Yo...yo solo...-trataba de pronunciar, pero sonaba patética, como si la escena se repitiera, como si la Amber de diecisiete años volviera a estar frente a un Nicolás enfurecido por conocer obligadamente a su maldita y media hermana.
Pero la verdad era que este momento era totalmente diferente al de nuestro primer encuentro. Ahora todo era distinto, nosotros ya no éramos los mismos, ni jamás volveríamos a serlo. No tenían punto de comparación, más que el sentimiento de percibir como se aterraba poco a poco mi cuerpo frente a él, frente a su reacción.
Intente volver a formular palabra, pero imposible, sus expresiones...su semblante inquisidor sobre mi, su firme pero suave agarre, sus ojos, <<por Dios, sus ojos>>...simplemente no podía, era inviable.