CAPÍTULO 10: Breves consuelos

34 8 111
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El bosque es un titán que respira, se mueve y se transforma continuamente, pero se vuelve un lugar triste durante el invierno. Ya no quedan hojas que la brisa pueda mecer y se echan en falta el correteo de las ardillas y el canto de los pájaros. Han sido semanas de mucho frío, incluso para mí, que estoy acostumbrado a caminar bajo la intemperie. Hoy es el primer día en más de un mes que apetece salir a dar un paseo.

Me gusta la naturaleza. Me crié en el campo y aprendí a ver la belleza en todos aquellos rincones que el ser humano no ha destrozado. Me gusta caminar entre los árboles, me gusta sentarme a reflexionar entre las arcaicas raíces de algún roble, y me gusta detenerme a observar la imponente gruta que se abre ante mí, tan formidable y temible como siempre fue.

Hace falta valor para adentrarse. El eco sordo de la garganta rocosa, tan sólo acompañado por el incesante goteo del agua filtrándose entre los peñascos; el revoloteo de los murciélagos en cuanto escuchan algún ruido; las peligrosas zanjas que separan las galerías; y la negrura abominable, imposible de disipar con una linterna. Si un lugar como éste se convierte en tu refugio es porque tienes una existencia miserable...Y ahora que lo pienso, tan sólo conocí a otra persona que sentía la misma pasión por esta cueva...

-Siento la tardanza -dice una voz familiar a mis espaldas.

Giro sobre mis talones y me quito los auriculares con prontitud, aunque hace rato que no escucho música.

Tiffany Bird está a unos pasos de distancia. Me cuesta reconocerla sin su uniforme de porrista. Además, se ha anudado el largo cabello a la altura de la coronilla, de cualquier forma, sin los elaborados moños o colas de caballo que suele exhibir. Por supuesto, sigue siendo una de las chicas más guapas que Crawling ha visto crecer; siempre lo fue, incluso más que su hermana Maisy. Conserva la belleza de una delicada margarita recién florecida en primavera... sólo que esta flor acaba de doblarse por su tallo y parece a punto de marchitarse...

-¡No me importa, aquí me tienes! -la saludo con cierta comicidad, sacando del bolsillo la página arrugada de una libreta-: ¿Es que dudabas de mi interés después de esto?

La miro con ojos lastimeros, mientras le muestro la nota que encontré en mi taquilla y en la que puede leerse con claridad: "A primera hora en la cueva. Por favor, no me falles. Sigo con la curiosidad de si hoy vistes calaveras".

Tal y como deseaba, le arrebato una sonrisa, aunque demasiado endeble para mi gusto.

-Lo siento -se disculpa, frotándose la nuca-. Quería que supieras que era yo, y no se me ocurrió nada mejor...

-Está muuuy, pero que muuuy feo jugar con las ilusiones de un hombre en plena ebullición hormonal -finjo abroncarla, incapaz de mantener la seriedad-. Pero, por ser tú, permitiré que abuses de la confianza...

Aquí no hay asientos cómodos, sólo peñascos. Así que me aflojo la bandana atada al cinturón y, como buen caballero que soy, la despliego sobre la verdosa superficie y le ofrezco asiento. Acepta mi ofrecimiento con un atisbo de sonrisa... ¿Qué le pasa? Me niego a creer que su ruptura con Jason la haya hundido de esta forma.

DESTRUIR & PERDONAR©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora