CAPÍTULO 47: El secreto (I)

3 1 14
                                    

Las luces azules de las patrullas rodean las carreteras, el bosque, el río

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las luces azules de las patrullas rodean las carreteras, el bosque, el río. Estamos al aire libre, pero seguimos atrapados. No podemos subirnos al coche de Jason y volver sin el riesgo de que nos intercepten. Tampoco podemos quedarnos aquí. Ya es de noche, sólo contamos con la linterna que Élodie lleva encima, y no hay suficiente luz para huir de cualquier sicario superviviente que nos aceche. Necesitamos un escondrijo.

Si la memoria no me falla, recuerdo una granja abandonada al fondo del valle, y dudo equivocarme, porque tendría todo el sentido del mundo que hubiese una granja cerca del matadero. No hay mucha distancia desde donde estamos, pero el camino es empinado y resbaladizo, sombrío. Espero que no se hayan adueñado de ella para crear un almacén o algo así. 

Se lo comento a los demás y todos aceptan la propuesta, sin objeciones. Espero haber encontrado una solución sensata y que no me estén dando la razón porque están demasiado cansados como para buscar alternativas.

La mayor parte del complejo está tapiado por la maleza, pero hay un cobertizo que podría resultar funcional, ya que, al contrario de lo que me temía, ningún narco ha pisado este sitio jamás. Lo sé porque los yonkis de toda la comarca sí parecen conocer este sitio y se deben de haber montado aquí unas fiestas tremendas: basura, agujas, botellas tiradas, condones usados… Esto es una pocilga.

Encontramos un rastrillo al que le faltan varios dientes y una horca con el mango partido a la mitad, entre la montaña de desperdicios. No son las herramientas más útiles del mundo cuando necesitaríamos una excavadora para volver este sitio un rincón salubre, pero arrinconamos las montaña de porquería contra la pared trasera y nos aseguramos de que no quede ninguna aguja enterrada en el suelo de tierra, antes de disponer varias lonas paralelas en el centro. Hemos encontrado velas, que apestan, pero impiden que cualquier rata gigantesca se suba a nuestro regazo mientras nos tomamos un minuto de descanso.  Así está mucho mejor… aunque no me echaría a dormir aquí ni después de pasar noches y noches en vela.

Ninguno tiene ganas de hablar, y se nota muy bien en el silencio que reina. Podríamos quedarnos callados hasta mañana, o hasta el año que viene. Pero tenemos que pesar un modo de salir de aquí. Sobre todo por Ly, que ya no tirita del mismo modo desde que le puse mi cazadora sobre los hombros… Pero sigue sin estar bien. Diga lo que diga, no lo está. La hemorragia ha cesado, se ha ingeniado un vendaje con el que proteger la herida y todo lo que quiera… pero necesita un médico.

–¿Y ahora qué? –inicio el debate, aunque lo que quiero decir en realidad es: “Ideas para volver a Crawling sin a) ir a pie y b) sin que nos pillen”.

–Esperemos aquí hasta que amanezca –propone Ly–. Estamos a salvo, ¿no?

A Jason no le gusta nada la idea. 

–Nos encontrarán tarde o temprano –dice con gravedad–. No podemos quedarnos aquí.

–Si salimos al exterior, nos encontrarán –se opone Tiffany.

DESTRUIR & PERDONAR©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora