CAPÍTULO 44: La yesca y el mechero

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¡Oh, no! Lo que pretendía ser una operación rápida y libre de riesgos acaba de convertirse en un campo de minas. No tengo ni idea de dónde se encuentra la prisión de la armería, ni si habrá un conducto lo suficientemente amplio como para llegar hasta Jason y Élodie. Por no hablar de los reclutas: no habrá uno, sino cientos… Intento buscar la forma más inteligente de actuar, pero el sentido común me dice que voy a equivocarme haga lo que haga…

–Ya habéis oído –les digo a Tiffany y a Ly, y aunque nunca me ha gustado eso de hacerme el héroe, siento que debo seguir solo–. Tan sólo tenéis que subir por ese conducto y, en el primer codo, tomar el ducto de la derecha… Os llevará a la superficie.

–¿Qué? ¿Y tú?

–Voy a por Jason y Élodie, antes de que les hagan daño…

Debería haber previsto que no sería tan fácil. Ly se planta delante de mí y, como no me dejo intimidar por su penetrante mirada verde, me agarra con tanta fuerza que sus uñas se clavan en mis hombros.

–¡Tú no vas solo a ninguna parte, y mucho menos a enfrentarte a esos tíos que llevan pistolas metidas hasta en el culo! –Su tono de sargento me hace enmudecer–: Voy contigo.

–¡Yo también! –interviene Tiffany con prontitud, aunque se cohíbe ante la severidad de Ly. Respira hondo y añade–: He estado aquí antes y conozco este sitio… Puedo guiaros.

Prefiero no imaginar lo que Gagnon le habrá obligado a hacer aquí dentro. Su oferta es tentadora, pero no soluciona el problema inicial: quiero que estén a salvo. Niego con la cabeza una y otra vez. Soy consciente de que cualquier argumento que las excluya de mi plan las convierte en damiselas en apuros, y no en las mujeres guerreras que sé que son; y no, no quiero menospreciar sus agallas, pero tampoco quiero que se expongan a un peligro mayor. 

–Escúchame bien, chucho punk: no necesitamos una niñera que nos proteja. –añade Ly al verme vacilar, e hinca su dedo índice en la pechera de mi cazadora con tanto brío que me hace daño–. ¡Y si piensas lo contrario, eres un tonto del culo! Nos has liberado, pero es una casualidad que no fuese al revés. Porque tú tampoco eres infalible y, a veces, necesitas ayuda.

Ese razonamiento sí me jode… Porque hace unos meses al que secuestraron fue a mí.

–Ly, no lo compliques…

–¡No lo complico! ¡Sé razonable! ¡No eres Rambo!

Abro la boca para responder, pero Tiffany interviene:

–Sé dónde está la prisión del arsenal. –El coraje que faltaba estos últimos meses en sus ojos azules, ahora es pura electricidad–. Es el punto más alejado de la salida. Sé de memoria el código de la entrada y… y os lo diré si me dejáis acompañaros.

Sabe que es la más enclenque del grupo. Desde su convalecencia, nada queda de la porrista ágil y enérgica; pero si conoce este sitio y sabe orientarse dentro, nos hará ganar tiempo. Por no mencionar que sé distinguir una batalla perdida de antemano, y a ella le sobran los argumentos que a mí me faltan.

DESTRUIR & PERDONAR©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora