CAPITULO 56

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Puedo sentir el poder de samael titilar y su preocupación.

—Tengo que ir— digo apresuradamente.

—Anda y demuestrale al universo que no nos equivocamos contigo— me dicen y asiento con una sonrisa.

Los tres me dan un asentamiento de cabeza y así me doy media vuelta y vuelo directo al planeta donde está samael y dónde no puede acabar la guerra.

Ya veo porque su preocupación desde ayer, tenía que ir a acabar una guerra y aún no a podido acabarla, increíble.

Floto en el aire sin problema y cuando llegó al planeta precioso y lleno de vegetación puedo ver cómo la guerra lo a destruido. Las casas destruidas, los edificios hechos mierda, la gente corriendo despavorida del gran ejército que va directo hacia la última ciudad que aún está más o menos en pie, si así se puede decir ya que todo está destruido y lleno de tierra.

Veo como una chica intenta correr y con ayuda de varios hombres mueven a pequeños niños a un lugar seguro pero que todo los atormenta y cuando ya son los últimos casi en escapas los rodean los soldados del rey que empezó la guerra.

Les apuntan y los niños retroceden asustados por lo que está pasando y me da algo de lastima el como ellos se ven tan indefensos ante esa guerra y masacre que están haciendo hacia su mundo y su pueblo porque no pasa desapercibido la cantidad de cuerpos de los aldeanos en el piso.

Cuando veo que uno de los guerreros levanta un arco con una gran flecha apuntandole a la chica que los protege y ahí me doy cuenta de algo. La flecha en llamas, la flecha eterna, la que te matara sin contemplaciones y condenará tu alma al infierno si te atraviesa el corazon.

Eso sí que no.

El tipo apunta directo a su corazón y yo me aserco y me dejó caer frente a ella como una pluma y cuando llegó al piso aterrizando de pie y el piso bajo mis pies se hunde un poco y todos los tipos dan un paso atrás y cuando me paro derecha, le flecha me atraviesa a mi el corazón.

Preciono los labios y soporto la maldición que quiere salir de mis labios al sentir como me atraveso el corazón de punta a punta.

—¿Que....?— dice uno de los soldados frente a mi.

Sujeto la flecha desde la punta y de un solo jalón me la saco del pecho y si que siento al diablo ante aquel ardor que produce la flecha.

Al tener toda la flecha en mi mano me reviso el pecho y ya la herida está curada. Levanto mi cabeza y todos los guerreros me miran con terror.

—¡¿Y tú quién eres?!— pregunta el rey desde lejos al verme.

Por una extraña razón puedo entender su raro idioma.

—Tu sabes claramemte quien soy yo— sonrió y lanzó la flecha y está le atraviesa el corazon al que la apunto desde el principio.

El tipo suelta un alarido de dolor y empieza a retorcerse del dolor que le produce la flecha hasta así achicharrarse y volverme un cuerpo en el piso arricharrado como un pedazo de carne frita.

—¡Eso no es posible!— grita el rey— ¡Tu no puedes tener el poder de ellos, eso es imposible!

—Nada en este mundo es imposible— sonrió burlona.

—¡La quiero viva o muerta!— grita el rey hacia sus soldados.

Seres de dos metros que se pueden identificar como humanos pero extraños, por su piel como la mía pero con el cabello negro azabache pero con ciertas cosas diferentes a mi, como las orejas puntiagudas, la nariz algo extraña pero parecida a la de los humanos, la única diferencia es que miden dos metros y son totalmente atléticos. Son parecidos a los humanos pero de una manera totalmente diferente y extraña.

Juegos Mentales [Libro #1] ✓ Where stories live. Discover now