Capítulo 1. Sofía

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Siempre he sido una persona ordenada, meticulosa y si algo no salía como yo deseaba, entraba en cólera. No me gusta perder el tiempo, por esa razón, durante la estancia en la universidad, tuve muchos problemas con compañeras.

Si no llevé mal la cuenta, durante el primer semestre, pasaron por mi habitación tres chicas, a cada cual mas cabra loca, hasta llegar a Tamara. Loca sí, pero dentro de unos parámetros normales. Congeniamos a la primera, gustos musicales similar, amamos la comida basura por encima de todo y lo que es mejor, nuestra meta era terminar la carrera, conseguir las prácticas soñadas y triunfar en un mundo de hombres.

Nos graduamos, después de cinco años metidas en nuestros libros, siendo ratones de biblioteca, las raras que no van a fiestas, que apenas tontean con los chicos, el poco tiempo libre que teníamos, trabajábamos por un puñado de euros. Ha valido la pena, por lo menos, a nosotras nos parece que fue así.

Debido a nuestras notas y a las cartas de recomendación, de los profesores, conseguimos las prácticas en una de las mejores empresas de la ciudad. Tamy va a ejercer en contabilidad y yo, en el departamento de control de gestión y riesgos. Según el Decano de la universidad, tenemos seis meses, para dar lo mejor de nosotras, implicarnos en la empresa, como si dependiera de ello nuestra vida.

-Sofia, te encuentras bien? -me pregunta mi compañera, mientras me pasa un café, asiento con la vista perdida -pues no lo diría, tienes mala cara.

-Estoy cansada -no miento, mi cuerpo no aguanta salir todas las noches, para luego tener que madrugar y trabajar como una cabrona, para que mis jefes hagan un informe favorable a mi tutor.

-Ese chico con el que sales, te va a llevar a la perdición -se sienta delante de mí -llevamos en estas prácticas dos meses, he visto como has desmejorado físicamente, no puedes salir los siete días a la semana y estar a pie de cañón.

Acabo el café y empiezo a jugar con el vaso de cartón. Echo a suertes si contarle o no. Es mi amiga y compañera, desde que entramos en la universidad. Sonrío al recordar cuando nos conocimos, mirando el mapa del campus, perdidas y llegando tarde a la primera clase, para terminar siendo compañeras de cuarto, por azar del destino.

-Ayer pasó algo, que me hace replantearme dejarle -sus ojos buscan mi mirada, que a su vez, intenta evitarlos -me guardarías un secreto.

-No hace falta que me lo preguntes, sabes que siempre nos hemos apoyado -pone una mano sobre mi brazo, levanto la mirada y dos lágrimas escapan de mis ojos -amiga, que pasa?

Abro mi bolso, busco mi teléfono, voy a galería de fotos y se lo enseño. Su reacción fue llevarse las manos a la boca, para que no la oyeran gritar, pero no lo logró.

-Lo que te faltaba! -grita si darse cuenta, al mirar alrededor nuestro, vemos a los jefes sentados en la mesa de al lado, los cuales no dejan de mirarnos, ella levanta las manos, pidiendo perdón -nena -me susurra -lo siento, no quise ser tan grosera.

Me encojo de hombros, durante diez largos minutos, no hablamos, simplemente estamos sentadas una al lado de la otra. Me da tiempo a fijarme en los jefes, son de diferentes departamentos, reconozco al de contabilidad, recursos humanos, marketing, aunque al otro nunca lo había visto por el edificio. Se levanta para hablar por teléfono, lo que me deja una visión de semejante monumento.

Tiene un cuerpo para pecar, pero unas facciones dignas de admirar. Pelo castaño, barba corta bien cuidada y una sonrisa que te hace mojar las bragas.

-No puedo creer eso de mi -me doy cuenta, de que estoy hablando en alto y mi amiga me mira riendo a carcajadas, se me queda mirando esperando a que le explique -mira el problema que tengo encima y yo, fijándome en tremendo hombre -le digo señalando al bombón sexy, que sigue hablando por teléfono, parado frente a la cristalera del décimo piso, donde está situada la cafetería de la empresa.

Verdades ocultasOù les histoires vivent. Découvrez maintenant