Capítulo 31. Gabriel

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Al bajar del avión, nos esperan dos coches. Andy y dos hombres de seguridad de confianza, vinieron con nosotros a Valencia. Durante el trayecto, oigo hablar a Sarah de lo ocurrido esta noche.

Miro a mi hermano, que no le quita ojo a su esposa. Mi cuñada, nunca pensé que ella iba a poder ocultarme la verdad sobre el paradero de Sofía y mi hija.

Prefiero mantenerme alejado de ellos, quiero llegar al destino, ver a mi mujer y que sea ella misma la que me diga lo que ocurre, porque se escapó de mí. Lo primero es encontrar a Gabriela, mi pequeña.

-¿Vas a seguir ignorándome? -me pregunta Héctor, no le contesto, miro a través de las ventanas tintadas, asiento. Luces azules y rojas, llaman nuestra atención -llegamos a casa de Sofía.

Bajo despacio, mirando los coches de policía, la ambulancia. Los agentes de policía, miran la fachada de la casa y comentan en voz baja. Voy caminando por el corto camino asfaltado, traspaso la puerta de la entrada y sonrío al ver una bicicleta rosa, junto a juguetes esparcidos por el césped.

Al entrar en la casa, las luces están bajas. Cuento por lo menos media docena de policías, Andy pregunta y le van contestando, nos dijo que le dejáramos llevar el asunto como a él le gusta trabajar.

Una foto enorme de mi pequeña, me da la bienvenida al salón, con un vestido precioso y esa sonrisa que enamora a cualquiera.

De repente, un silencio se hace en la estancia, miro hacia atrás y veo bajar al médico de la ambulancia, junto con la enfermera.

-¿Ocurrió algo? -salgo disparado hacia ellos.

-¿Usted es...? -dice el médico.

-Soy Gabriel Durand, Sofía es mi mujer y la niña desaparecida es mi hija -digo, ante la atenta mirada de Sarah.

-Sr Durand, su mujer ha sufrido un ataque de nervios, nos avisaron los compañeros, ahora mismo, la hemos inyectado un relajante, no la hará dormir pero sí, estar más relajada -asiento y miro a lo alto de las escaleras.

-Héctor, voy a ver a Sofia -mi cuñada dice que iba a ir ella -no, quiero ir yo -se aparta de mi camino.

Miro las puertas abiertas, tendré que ir cuarto por cuarto. El primero que encuentro, es el de Gabriela, donde hay dos policías buscando huellas. La siguiente puerta, está cerrada, sin picar abro despacio y veo el pequeño cuerpo de Sofía.

Tapada con una manta, de cara a la ventana, con la mirada perdida en las estrellas. Me quito la americana, me descalzo y sin decir nada, me echo a su lado. Me acerco a ella y paso mi brazo por su diminuta cintura.

Llora en silencio, se limpia las lágrimas con mi camiseta preferida. Cierro los ojos y hago que mi frente, se apoye en su cabeza. Despacio se da la vuelta, quedando nuestras caras enfrentadas. Sus ojos están hinchados, pero aun así, la encuentro guapísima.

Su mano, me acaricia la mejilla.

-No pude ver quien se la llevo -me dice sin fuerzas -me la quitaron Gabriel, me quitaron a nuestra hija.

La abrazo con fuerza, no sé qué decirla, tengo tantas preguntas que hacerle...

-La encontraremos, la veremos crecer juntos, es una promesa cariño, es una promesa -sus brazos me aprietan, su cabeza en mi pecho, la noto respirar suavemente y en menos de cinco minutos, está dormida entre mis brazos.

Como puedo le envío un mensaje a Héctor, diciéndole que se acaba de dormir, que bajo enseguida.

Intento huir de ella, pero me tiene agarrado de tal manera, que la puedo despertar. Espero pacientemente a que ella se mueva, lo cual consigo después de media hora interminable.

Verdades ocultasWhere stories live. Discover now