Capítulo 34. Sofía

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Las noticias del día, abren con la imagen de mi Gabriela. Cuentan donde fue secuestrada y vista por última vez, la ropa, incluso comentan que su perro también desapareció ese día.

Desde que hace una semana, mi padre me contó la historia de como llegué al mundo, no he hablado mucho con él.

¿Qué se dicen en esos momentos? Amanda es la que media entre nosotros, habla con uno, habla con el otro y ella va suavizando la situación.

-Hola cariño -oigo decir a Gabriel, que se acerca despacio y me abraza por la espalda. Sigo mirando el columpio vacío -¿has sabido algo de Tamara?

-No, la llamada del otro día, fue para hacerme saber que está fuera, no me hará nada -digo convencida.

-Andy me llamó -le miro pidiendo información, es un calvario no saber nada -tiene pistas de Gabriela, pero que no llevan a nada -mira una carpeta que tengo sobre la mesa -¿puedo mirar que tienes aquí? -le digo que sí con la cabeza.

Abre el dossier y ve las fotos que me dio Tamara el día que desaparecí.

-¿Has hablado con él? -niego, sigue mirando las fotos y sonríe al ver las de Sarah -¿supongo que sabes como llegó mi cuñada a nuestras vidas, verdad?

-Sí, ella me lo contó, siempre fue con la verdad por delante -le digo con tono burlesco.

-Héctor se enamoró de ella en cuanto la vio -se quita la americana -pero ella se lo puso difícil. Mi madre la puso a estudiar y cuando sacó la ESO, Sarah pidió seguir estudiando, tiró por la rama informática, era lo que mejor se le daba. Nosotros nos fuimos a Londres a estudiar, ninguna tía le valía. Al acabar los estudios y hacernos cargo de las empresas, la empezó a invitar a salir, ella estaba muy centrada en el trabajo que realizaba junto a mi padre.

-Sarah habla de tus padres, como si fueran propios. Pero conociendo a Amanda, es normal -pienso en mi madre, bueno, en la persona que me dio la vida.

-Gabriela me decía que te escuchaba llorar por las noches -dice de repente, sin venir a cuento, le miro avergonzada -pero que cuando iba a desayunar, tú ya tenias puesto el traje de mami -sonrío -me habló de Peter, me quiso decir que era malo, no por haceros algo, si no, por su manera de mirarla y a ti, como quería controlar.

-Para tener tres años, las pilla al vuelo -digo -bajé la guardia con él, todos me mentían, quise creer que él era especial -aprieta la mandíbula -me contaba algo gracioso y fingía reírme, hablaba de su trabajo y me daba sueño -Gabriel se ríe a carcajadas -contigo era diferente.

-¿En que punto de la relación estabais? Si se puede saber -pregunta serio.

-Nunca tuve nada, ni un beso, no me llamaba acercarme de esa manera -camino hacia él, mis manos se apoyan en su tórax -no podía quitarme de la cabeza a un jefe petulante -digo, recordando como lo llamé el primer día que le conocí -que sabes de Lara, ¿aparecerá por aquí en algún momento?

-Me llamó hace unos días -mi cuerpo se separa del suyo y le miro con los ojos entrecerrados -se enteró de que la niña había desaparecido y quiso darme ánimos -se me acerca al oído -se ha casado con un tipo rico y a punto de morir, yo no le intereso -me susurra.

-Brigeth -me cruzo de brazos -esa mujer da escalofríos de solo nombrarla. ¿La enviaste de nuevo a Nueva York?

-La verdad que no... -abren la puerta de la biblioteca y entra Joan con Andy, lo que hace que no sigamos con la conversación -¿ocurre algo?

Me miran y se callan, camino lento hacia ellos, malas noticias, lo leo en sus caras.

-¿Gabriela? -pregunto con miedo, niegan. Por detrás de ellos, entra como un huracán Héctor, que viene hacia mí.

Verdades ocultasWhere stories live. Discover now