Capítulo 41. Sofía

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Durante una semana Gabriela estuvo bajo vigilancia médica. Le habían dado relajantes, no fuertes evidentemente, pero sí podrían crear adicción.

No quisimos dejarla ingresada, habilitamos una habitación al lado de la suya, donde el personal sanitario, tenía su mini hospital montado.

Supongo que os imagináis, que todavía no nos hemos ido a nuestra casa, estáis en lo cierto. Ha pasado un mes y aquí seguimos....

A la policía le preocupa algunos hilos sueltos, se lo comentaron a mi suegra y...ya conocen la historia. Se puso como loca y poco le faltó, para que nos encierre en la casa.

Mañana empieza el juicio por Brigeth, lo han adelantado, pero no dicen nada, todo saldrá ante el juez.

Desde mi escritorio en la biblioteca de la casa, miro como en el jardín Gabriela juega con su primo, intentan escaparse a las garras del terrible Chispa, que les ladra como loco.

-Necesitas descansar, cariño -escucho la voz de Gabriel, giro la silla y me quedo mirando a mi bombón. Está apoyado en el marco de la puerta, mirándome con una sonrisa. Le miro minuciosamente, viene con la americana en la mano y las mangas de la camisa recogidas, el nudo de la corbata deshecho -si no dejas de mirarme así, se me va a olvidar que estamos en casa de mis padres -da pasos largos, hasta ponerse frente a mí -te eché de menos -dice poniendo sus labios sobre los míos.

-¿Que tal todo por la oficina? -le pregunto, a ver si él me cuenta. No dicen nada claro, pero estoy segura, que algo se cuece.

-Nada interesante -me dice acariciando mi vientre, se agacha y me da un beso en la misma -debemos de decirles a todos, lo del bebé -me mira haciendo ojitos -tengo ganas de gritarlo a los cuatro vientos.

-Estoy de acuerdo contigo -los ojos se le iluminan, le miro y sonrío -a cambio, me cuentas que coño está pasando en las empresas.

Se levanta y empieza a maldecir para sus adentros.

-Te dijo el médico que nada de estrés -me levanto de la silla, apoyo mi trasero en la mesa y me cruzo de brazos, sabe que cuando me pongo en esta posición, tiene las de perder -no seas malcriada, ya te contaremos cuando sea oportuno.

Y como me pasó en el primer embarazo, las hormonas revolucionadas me hacen llorar por tonterías.

-No llores mi amor...

-¿Se puede saber que le haces a la niña, que está llorando? -grita Amanda a Gabriel, sin dejarle hablar, le aparta de un empujón y me abraza -mi pequeña, porqué lloras.

-No pasa nada, de verdad -es la verdad, pero se supone que es un secreto, la veo girarse hacia su hijo, que el pobre ve peligrar su vida -Amanda, de verdad.

Gabriel y yo, nos miramos cómplices. La vemos ir a la puerta, la cierra y se gira.

-Vosotros dos, empezar a soltar, lo que tenéis en secreto -dice autoritaria. Nosotros nos volvemos a mirar y nos encojemos de hombros. Y de la nada, vuelvo a romper a llorar -oh Dios mío -dice poniendo una mano en el corazón -¿de cuánto estás?

-Tu madre es bruja... -le susurro, lo que hace que empecemos a reírnos -dos meses y nadie lo sabe -le digo.

Nos abraza y felicita.

-Queremos decirlo, mamá -se adelanta a decir Gabriel -pero aquí la gruñona, me pide a cambio que le cuente lo de DurandSA.

-Ahora entiendo, porque la querías mantener al margen -le miro furiosa -Sofía, en este caso, estoy de acuerdo. Todo lo ocurrido, el juicio de mañana y los que están por llegar, es mucho para ti.

Camina hacia su hijo y le abraza.

-Gracias por hacerme abuela, me encanta ese papel. Pero sabes, el de madrina de vuestra boda, sería aún mejor -se va hacia la puerta y se gira a mirarnos -me voy con mis nietos a la piscina, hacer el favor y averiguar que pasa a Héctor y Sarah, llevan todo el día muy raros.

Verdades ocultasWhere stories live. Discover now