Capítulo 56. Sofía

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-Si estás buscando una salida para echar a correr, tengo que decirte que llegas tarde -oigo las palabras de mi recién estrenado marido, pero sigo mirando por el ventanal de la habitación, noto que me rodea con sus brazos -ya me has dicho si, firmaste y me juraste amor eterno -me besa en el cuello.

Me limpio una lágrima que se asoma por la cara, no me dice nada, solo me hace saber que le tengo.

-Gracias -le digo, dándome la vuelta y quedando frente a su preciosa cara, le acaricio las mejillas con las manos, un beso tímido se me escapa -gracias por la familia que me has dado.

Se aleja hasta la misma ventana, donde me encontró, su cuerpo cae sobre la pared sin dejar de mirarme.

-¿Vas a contarme, que hace la novia escondida? -con sus ojos no deja de comerme, estoy segura que si tuviera tiempo, me quitaba mi pulcro vestido blanco.

-Vine a por algo de ropa para los gemelos, hace calor y quiero cambiarles -me encojo de hombros y me acerco mirando al jardín -me quedé mirando a nuestros padres.

-Tu madre está irreconocible -asiento mirándola, bailando con mi padre, como si fueran unos jovencitos -la sacamos a tiempo de esa clínica.

-No entiendo porque la hicieron eso, no tenían nada que ver con Jess, ni Dupont -me coge de los hombros y me besa en la cabeza.

-Dinero cariño, todo ha sido por el maldito dinero. Tenían intención de tenerla dopada, en estado catatónico, la excusa perfecta para dejarla encerrada.

-Mi padre está feliz -miro la ropa de los bebés -tus hijos nos esperan -le digo dándole un amago de puñetazo en el brazo.

-Llevamos tres horas casados y ya me estás maltratando -me pone pucheros, me acerco y le beso, notando que sus manos me aprietan contra él.

-Antes de bajar, prométeme una cosa -le digo seria, me mira intrigado y asiente -pasaremos el resto de nuestra vida juntos, veremos a nuestros hijos crecer, tener nietos...

-Eso está hecho, mi amor -nos fundimos en un beso, olvidándonos del mundo entero, tan concentrados, que no escuchamos entrar a nadie.

-¿Interrumpo? -escuchamos decir a mi madre, sin despegar nuestros labios, nos reímos -venía a buscar...eso -dice sonriendo, señala la ropa de los peques.

Mi marido pasa sus brazos por nuestros hombros, bajamos despacio las escaleras, pero en ningún momento nos suelta.

-Las mujeres de mi vida -lleva nuestras manos a sus labios y nos da un precioso beso, guiñándonos un ojo, nos ofrece sus brazos para salir presumiendo.

Intento acercarme a mis hijos, pero es misión imposible. Gerald está en brazos de mi madre, Melisa en los de Joan y Gabriela...bueno, ella y Junior tienen su fiesta particular en la pista de baile.

Paul y Mar, hacen carantoñas a la pequeña Amanda. Mi dama de honor viene hacia mí con una copa de vino.

-Nena han secuestrado a nuestros hijos, por ello, podemos darnos a la bebida -chocamos nuestras copas, mientras reímos.

Caminamos por el jardín, quedando en la sombra de uno de los árboles.

-El día que conocí a Gabriel, si me dicen que voy a terminar casándome con él, les hubiera llamado locos -chocamos las copas y brindamos.

-Aunque... -la miro, esperando que termine de hablar -empezasteis la casa por el tejado.

-¿Crees que a partir de ahora, los problemas nos dejarán vivir? -suspira y asiente.

-Tenemos que pensar que sí -dice mirando hacia la pista de baile, donde mi marido contonea su cuerpo, junto a su primogénita -os merecéis ser felices -me da un abrazo -y por si no lo sabías, estoy encantada de tenerte a mi lado.

Verdades ocultasWhere stories live. Discover now