Capítulo 54. Sarah

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La familia...cuando mis padres me echaron de casa, me vi sola y con un futuro incierto.

Hay un dicho que dice: "si haces cosas buenas, te pasan cosas buenas", que ironía, porque robando fue como conocí a las personas más maravillosas del mundo.

Hoy, tengo un marido que me quiere, dos hijos adorables y la familia de Héctor, como si fuera la mía propia.

Mis suegros, un matrimonio compenetrado, que no miran por encima del hombro a nadie y les da igual tu condición social, ni de donde vengas.

Me dieron un hogar, cariño y toda su confianza, cuando aceptaron que me casara con su hijo pequeño.

Antes de que esto ocurriese, antes de salir en la prensa rosa, antes de que lo tiburones informativos hurgaran en mi vida pasada, tuve una conversación con Amanda. Las dos solas, sin nadie que nos escuchara.

Recuerdo ese día, Joan tenía muchas reuniones y los chicos estaban absortos en las empresas, intentando ser la copia de los Durand.

Ese día, montamos en el coche de mi suegra y condujo hasta el Tibidabo.

-Sarah, necesito saber que ocurre -me dijo Amanda, bajando del coche -tienes problemas con Héctor.

Niego y las lágrimas me juegan un mal momento.

-Sabes que ese no es mi verdadero nombre -ella asiente -sois una familia conocida, los medios de comunicación investigará mi procedencia.

-No me importa cariño, no tienes que pensar en el qué dirán -me abraza con fuerza.

-Quiero hacer algo, pero con tu consentimiento -me mira asustada -tranquila, no voy a matar a nadie.

-Gracias a dios, ya me estabas asustando.

-Necesito enterrar mi pasado -entramos en el parque de atracciones, caminando despacio -mis padres, mis verdaderos padres serán capaces de venir a pedir dinero.

-Sarah....

-No Amanda, no se les va a dar ni un maldito céntimo -me limpio las lágrimas -tengo conocidos, que podrían borrar mi existencia y ser Sarah, inventar un pequeño pasado y listo.

-Ya lo tienes muy meditado -asiento -¿porque necesitas mi aprobación?

Me pongo frente a ella, le cojo las manos.

-Sois mi familia y necesito que estéis de acuerdo. En el juzgado no hay problema, me puedo cambiar el nombre.

-Lo hablaré con Joan, pero no se opondrá -me acarició la mejilla, me miraba con amor, como una madre debe de mirar a sus hijos.

Para terminar el día, intenté convencerla a montarse en alguna atracción, pero se negó en rotundo.

Desde ese día mi pasado murió, dejó de existir y renací. Los periodistas buscaron mierda sobre mi vida, pero no encontraron nada. Incluso mis amigos de la Dark Web, me avisaron que estuvieron indagando demasiado, pero pudieron esquivarles.

Mi temor era Jeremy, pero tiene tanto miedo, que está escondido el algún lugar de México. En cuanto asome la cabeza, entrará en alguna de las cárceles de mala muerte que hay allí.

Tenemos un pasado, deberíamos de poder dejarlo escondido. aunque siempre hay gente, que busca hacer daño.

Por eso, estoy frente al ordenador, borrando un secreto, cerrando una herida profunda. Mis amigos están haciendo un trabajo magnífico y muy bien remunerado.

En cuanto ellos me den el consentimiento, con un simple click desde mi ordenador, no quedará rastro del bebé que perdió Amanda.

Me llega un enlace a mi correo electrónico, lo abro, leo y acepto.

Por fín, ese triste tema será nuestro secreto.

Cierro el ordenador satisfecho, me asomo a la ventana y veo a mi marido con sus padres. Mirando como Junior y Gabriela se tiran a la piscina.

Debajo de una enorme sombrilla, los tres pequeños duermen la siesta plácidamente.

Sofía y mi querido cuñado, han pedido un fin de semana de relax, a solas. El lunes será un día difícil para ella, tendrá su ansioso cara a cara con su madre.

Cuando escuché hablar de ella a Amanda, sentí curiosidad. Vale sí, la investigué, pero no tenía nada malo. Solo escuchaba maravillas de ella y le dije a Héctor, ya tenemos novia para Gabriel. Aunque mi querido esposo, no estaba muy seguro, por eso, hicimos una apuesta.

Faltan dos semanas, para gritar victoria, aunque ya la saboreo.

En Sofía encontré una hermana, una confidente. Tenemos una vida diferente, pero una misma unión, Amanda.

Salgo al jardín, los niños me llaman a gritos para que me meta con ellos en la piscina. Doy un beso a mi marido, saludo a su padre y camino hacia la matriarca.

-Nunca te he dicho lo que siento y me apetece decírtelo -ella mira a sus dos chicos y se encoje de hombros -gracias por esta familia, por sacarme de las calles y darme un futuro. Te quiero Amanda, te quiero -con mis brazos la rodeo y ella me coge por la cintura, acerco mis labios a su oído -desde ahora, tu secreto ya no existe, nadie te podrá hacer daño, te lo mereces -le susurro para que nadie me escuche.

Su abrazo es más fuerte. Durante unos minutos nos quedamos así, llorando de felicidad.

Verdades ocultasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora