Capítulo 5. Sofía

21 1 0
                                    


Un mes después...

Decidir donde quedarme a dormir, fue una pelea y discusiones constantes, que terminaban en sexo increíble, pero al final, acabé ganando esta batalla.

Por semana, quedamos en mi urbanización y el fin de semana, en su casa. Aunque normalmente, terminamos metidos en el coche hacia algún sitio recóndito o dentro de su avión privado, directo a Paris. Siempre me pareció una ciudad romántica, pasear por esas calles preciosas, al lado de la persona adecuada.

Me presenta como amiga, cuando nos encontramos con algún conocido, tampoco me importa, me lo dijo claro, esto no va a ser un para siempre. Me quedan dos meses de prácticas, disfrutaré de cada minuto junto a él, aunque ya he roto mi parte del trato, porque me enamoré de Gabriel.

Para él, solamente soy una calentura y sexo cuando le apetece, lo que es muy a menudo. Hasta que llegue alguna tipa que lo encandile y se lo lleve. Pero mientras tanto, me quedo con sus caricias, sus frases diciendo que soy suya y las eternas noches de pasión.

Profesionalmente, tengo que decir que me va muy bien. Me involucra en todo lo relacionado con la empresa, acudo a todas reuniones, estoy presente en los cierres de contratos, en los tira y afloja hasta llegar a un acuerdo monetario. Estoy aprendiendo muchísimo, porque hay que decirlo todo, en los negocios es un tipo buenísimo.

-Presidencia, le atiende Sofía -contesto al teléfono sin mirar que es la línea interna.

-Parece mentira, que tenga que hablarte por esta vía -me río al escuchar la voz de Tami, se hace la ofendida, sabe que la cambié por nuestro jefe -dime que por lo menos, estás disfrutando como una loca.

-Loca, pero muy loca, amiga -nos reímos -creo que hoy no salimos a ninguna reunión, comemos juntas en el edificio.

-Voy a llorar de la emoción, mi amiga, mi compañera de estudios, mi hombro de lágrimas...quiere comer conmigo -echa una carcajada, que debió de asustar a sus compañeros de contabilidad -es todo un placer para mí, comer con la asistente de presidencia.

-Te voy a colgar, deja de hacer el idiota -le digo en broma -te aviso cuando quede libre, para bajar a comer.

-Perfecto, espero impaciente. Por cierto, sabrás usar el ascensor de los trabajadores? Vale, no hago más bromas -ella habla sola, mientras río de sus ocurrencias.

No me doy cuenta de que estoy acompañada, hasta que noto una respiración en mi nuca.

-Horario laboral, estás muy cerca -le digo sin quitar la vista del ordenador, ni dejo de escribir un informe, pero no me aparto.

-Te echaba de menos -dice dándome un tímido beso en la nuca -vas a comer con tu amiga?

-Sí, la tengo abandonada -apoya su precioso trasero en la esquina de mi escritorio -le parece bien a mi jefe?

-Tranquila, tu jefe comerá solo en su oficina -dice ofendido y riendo -llamaré a alguno de mis amigos, para bajar a comer, también me han echado en cara, que no doy señales de vida.

Durante la comida, le cuento a mi amiga como me va con Gabriel, aunque también le comento del Sr Durand. De vez en cuando, se nos escapa alguna miradita, pero intentamos evitarlas. Tamara se ríe, diciendo que nuestras hormonas, están demasiadas revolucionadas.

Las tres horas que quedan para salir del trabajo, pasan rápidas y entretenidas, sé que son informes, pero me encanta mi trabajo.

A falta de cinco minutos para la salida, suena la campanilla del ascensor, cierro los ojos, pensando que no sea ningún problema, que nos haga quedar más tiempo en la oficina.

Verdades ocultasWhere stories live. Discover now