Capítulo 11. Sofía

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Cinco meses después

-Señorita Sánchez -oigo susurran, levanto la cabeza y veo a las secretarias de presidencia, venir hacia mí despacio, para que el ogro del jefe las oiga -esta tarde es la fiesta para el bebé -hablan emocionadas, ni que fuera de ellas.

-Si vuestro ogro sale de la cueva, no voy a poder salvaros -les digo riéndome, sabiendo que el jefe no estaba en la empresa, sino que había viajado a Barcelona, para una reunión -os dije que me avisaríais de cuando fuera la fiesta, para que mi amiga Tamara estuviera presente.

-Crees que habría una fiesta y yo no iba a estar presente -oigo la voz de mi amiga y me levanto, corriendo hacia ella para abrazarla. Tampoco es que corra mucha, mi barriga me impide incluso atarme los cordones de mis tenis -te eché de menos amiga.

Me abrazo a ella tan fuerte, que no quiero que este momento se acabe. Me separa un poco, para ver mi barriga, la toca y sonríe.

-Hola, soy la tía Tami y te voy a consentir muchísimo -dicho esto, se acerca Marta y Lorena, las cuales hacen la misma amenaza.

-Creo que mi bebé, va a estar mejor en un internado, lejos de vosotras -le digo mientras me vuelvo a sentar, me toco la barriga, mirando a mi amiga -estoy enorme, verdad?

Me mira una y otra vez, se me acerca y me dice que estoy preciosa. Miro el reloj y les digo que ya podemos marchar, que faltan cinco minutos para las cinco.

-El jefe está fuera de la ciudad en una reunión, hoy podía salir antes, pero quise quedarme a terminar unas cosas -las dos locas compañeras de recepción que tengo, se ríen diciendo que llevaban toda la mañana pensando que el ogro, estaba amordazado en su oficina.

Salimos las cuatro por la puerta de la empresa, saludando a todos y cada uno de los trabajadores que nos encontramos por el camino. La fiesta es en la cafetería de enfrente, por mi estado, quieren estar rodeadas de más personas, las dije que no iba a pasarme nada, que en las clases de preparto, me habían dicho como manejar el momento del nacimiento, pero ellas están cagadas del miedo.

Al entrar en el local, la camarera sonriendo, me señala el rincón que nos estaba esperando. Ni azul ni rosa, color neutro. No quise saber el sexo de mi retoño, quiero que sea una sorpresa, lo que me interesaba, era que estuviera en perfecto estado.

Merendamos como si todas estuviéramos embarazadas y faltas de azúcar. La hora de los regalos, me sorprendió mucho más.

-Este es del departamento de contabilidad -las miro esperando a que digan que es broma, pero no, cada departamento me ha hecho un regalo -cariño, eres una belleza de compañera y te has ganado a toda la empresa.

Termino llegando a mi apartamento, junto a Tami, cargadas de bolsas. El recepcionista del edificio, se ríe diciendo que el bebé ya tiene los regalos de sus primeros cinco años, a lo que yo asiento y sonrío.

Pasamos el fin de semana, mirando ropa y accesorios que me faltaban por comprar, elegimos el color de la habitación y encargamos los muebles. Llegó un momento, en que la dependienta de la tienda, pensó que éramos una pareja, decía que lo hubiera jurado, por la emoción de las dos al ver la ropita y cosas.

El domingo a última hora, acompaño al aeropuerto a mi amiga, otra despedida. Entre lágrimas nos decimos que nos queremos y que nos veremos pronto. Caminando por el aeropuerto, me noto cansada, el final está a la vuelta de la esquina y esta barriga me tiene agotada.

Prueba del agotamiento, es que me dormí en el sofá y amanecí también. Me ducho y me pongo camino al trabajo, pero no me encuentro bien, por lo que decido ir en metro.

-Sofia... -oigo decir mi nombre, cuando llego a mi puesto de trabajo -cada día más preciosa.

-Gerald -grito mientras abrazo a mi amigo y confidente de la familia Durand -que hace el gran jefe en las oficinas de Madrid? Algún problema?

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