Capítulo 7. Gabriel

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Paseo por mi oficina, no puedo quitarme de la cabeza a Sofía. Mi hermano dice, que es una de las mejores asistentes que podamos tener en la empresa. Le queda un mes de prácticas, es hora de hacerle una buena oferta de trabajo.

Miro por la ventana, veo el edificio de enfrente, tan alto como este. Sonrío al pensar que la tengo a tan pocos metros y ella ni siquiera lo sabe.

-Hacerle la oferta, si no vendrá alguna empresa y se la llevará -le grito a Héctor por teléfono.

-Ya lo sé Gabriel, no seas coñazo. Hoy teníamos una reunión, pero no se encontraba bien, y la dejé salir un poco antes, para que fuera al médico.

-Está enferma, que tiene? -le vuelvo a gritar, pero ahora no oigo a mi hermano, porque el muy cretino, me colgó el teléfono.

Pasado diez minutos, la puerta de mi oficina se abre, dando un portazo y veo entrar a Héctor.

-No me vuelvas a gritar imbécil, serás mi hermano mayor, pero ya vale -me dice apoyándose en mi escritorio y encarándose a mí -otro grito más, dejo tu maldita empresa y te las apañas con tu asistenta.

Me levanto de la silla, camino al mueble bar y echo un par de whisky. Me siento al lado de él, le pido perdón.

-Iba a ir al médico, la acompañaba su amiga, la de contabilidad, Tamara creo que se llama -asiento con la cabeza -tú como estás? -me pregunta.

-Deseando poder hablar con ella, pero es dura de roer hermano -bebo de mi vaso y miro al frente, al tejado de los edificios colindantes -le contaste algo sobre Lara -niega, me dice que quiere hablar de este tema -que cabezona.

-Es muy buena en su trabajo Gabri, necesitamos a alguien como ella en nuestra empresa, da igual en cual. Tiene una mente privilegiada. Hablé con papá, no la quiere dejar escapar -le miro asombrado.

-Sabe algo? -sonríe.

-No les conté como te encontré, pero no son tontos. Saben que el cambio de presidencia, fue por ella y tengo algo que decirte amigo, mamá quedó prendada de esa belleza de chica -abro los ojos incrédulo -así como lo oyes, dice que tiene algo que le gusta.

-También le gustaba Lara... -me enfado solo con recordar lo ocurrido con esa trepa.

-Tengo que irme, tu cuñada anda de muy mal genio, el embarazo la tiene histérica. Que ganas de que pase estos tres meses que le faltan -me dice mientras nos damos un abrazo -no vuelvas a tomar alcohol de esa manera, hermano. Mi hijo va querer conocer a su tío y padrino.

Le veo marchar, cuando sé que me encuentro a solas, llamo por teléfono a la persona que me quita el sueño, pero antes de que dé el tono de llamada, cuelgo. Tocan tres veces en la puerta y se abre, entra mi asistente personal, la cual me indica las horas de las reuniones del día siguiente. Le digo que se puede ir, pero descaradamente, empieza a revolotear a mi alrededor.

-Ya le dije, que puede irse. Es la hora, no tiene que hacer horas extras sin necesidad -le digo indicándole la puerta, pero la señorita no debe de entender mi idioma, cansado de tanta tontería, abro yo mismo la puerta -haga el favor de salir de aquí, si vuelve a hacer algo parecido, se queda sin empleo -cuando ya tiene medio cuerpo fuera, doy un portazo y quedo tranquilo.

La última vez que vi a Sofí, se encontraba mal, decía que era por el viaje, aunque no fue un trayecto muy largo. Sabiendo sus gustos por la comida basura, no creo que sea problema de nutrirse.

Salgo de mi oficina, bajo al parking y le digo a mi nuevo chófer que me lleve a dar un paseo. Le doy la dirección de la urbanización de ella, le pido que aparque en un sitio discreto y camino dos calles, hasta quedarme a una distancia prudente.

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