Capítulo 29. Gabriel

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-No lo sé, mamá -le grito por décima vez -no tengo ni idea, de que pudo pasar. Llevo dos semanas diciéndotelo.

Al día siguiente del cumpleaños de Gabriela, Sofía fue a esa maldita cita con Tamara. Cuando regresó después de unas horas, en el momento en que nuestra hija estaba durmiendo la siesta, estalló la bomba.

Nadie se esperaba su cambio de humor, su manera de tratarnos.

-Gabriel -dice seria y mirándome a los ojos -tú y tu novia, os quiero fuera de esta casa en menos de media hora -quise protestar, pero levantó una mano para silenciarme -tendrás tus visitas a mi hija, eso no te lo voy a quitar -nos mira a los dos -no os veo moveros, para ir a buscar la maleta.

Lo que más me sorprendió, fue cuando le tocó el turno al padre.

-Tú -dice caminando frente a él, iba a salir de la estancia, pero me quedo al presentir que no iba a acabar bien -has vuelto a jugar -Alfred niega -no me mientas tú también, te di una oportunidad y la acabas de perder -le tira unas fotos donde sale con la madre de Sofía y saliendo de un local -me las han dado hoy, es el puto local de Jess, el tipo que te da dinero y luego tengo que ponerlo yo.

-Cariño, no es así...

-¡¡No hay cariño que valga!! -se enfrenta a los dos -las dos personas que más quiero, me han vuelto a defraudar, mentir... -se limpia las lágrimas -os quiero fuera de esta casa, lejos de mí. no te puedo prohibir ver a tu hija -me dice señalándome -pero a ti, no te permito acercarte a ella, no quiero que conozca la persona que eres cuando juegas y bebes. Ella no va a pasar por lo que yo viví.

-Sofía, hija mía, escúchame -reclama intentado acercarse a ella.

-No soy tu hija, no soy nada para ti. Os di una oportunidad y la jodisteis -señala la puerta -¡¡que os larguéis de mi casa!!

El intercomunicador me saca de mi nube de pensamientos, miro a mi madre.

-Dime Irma

-Sr Durand...la visita que tenían acaba de llegar -le digo que los haga pasar.

-¿Sigues sin saber, porque pidieron estar tú aquí? -mi madre niega, vemos la puerta abrirse y el torbellino de mi hija entrar corriendo.

-¡¡¡Papá!!! -la cojo en brazos y la abrazo.

-¡¡Bela!! -se tira a los brazos de mi madre, que está llorando a moco tendido, aunque de felicidad.

Miro a la puerta y veo a un hombre de la seguridad de Sofía, le pedimos explicaciones.

-Lo siento Sr Durand, pero lo único que sé, es que hoy me han pedido expresamente a mí, para recogerla en el aeropuerto, ni siquiera puedo decirle, de donde procedía -me dice mirando a la pequeña -me la entregó una azafata y un hombre de seguridad, a los cuales, se la tengo que entregar el domingo de noche, para la vuelta de la señorita.

-Gabriel -me grita mi madre -no preguntes más, déjalo estar. Nos ha enviado a mi nieta, no quiero estropearlo.

-Voy a hablar con un juez, no puede llevarse a mi hija...

-Tú, no vas a hacer nada. Llevas este tiempo sin saber nada, sin averiguar. Sabe esconderse, si haces algo, no volvemos a ver a mi nieta -la mirada de mi madre da miedo, más que cuando éramos niños -vamos a casa, quiero ver la cara de tu padre.

La felicidad de mi madre, por tener aquí a mi hija, es contagiosa. Nos dice que su colegio nuevo le gusta mucho, que todos los niños van iguales vestidos, ya que estamos, le pregunto en que idioma hablan, la niña me mira raro y me dice que en español.

Le pregunto por su madre y su cara le cambia, dice que está triste y que llora mucho. Pero que cuando está trabajando, siempre sonríe y está feliz.

Mi madre, es la que sigue con el interrogatorio, eso si, muy sutilmente. Cuando llegamos a casa de mis padres, ya nos hemos enterado, de que viven en una casita con un jardín pequeño, que su madre no quiere perros, pero que le compró una tortuga y dos peces de colores. También dijo que Sofía trabajaba en un sitio limpiando habitaciones, deducimos que debe de estar empleada en un hotel.

La chica que nos abre la puerta, nos dice que mi padre, está en el jardín leyendo. Dejamos que Gabriela entrara la primera, que al ver a su abuelo corre a abrazarlo. Mi padre, nos mira y pregunta, pero no sabemos que responder.

Recuerdo las palabras de Sofía hacia Alfred, pero ella no sabe la historia de los padres, si la supiera, no hubiera sido tan dura. Aviso a mi suegro, para que venga a ver a su nieta, pero dice que es mejor no aparecer. No quisiera que Gabriela dijera algo y se enfade más.

Le hablo lo que nos contó la pequeña, se alegra de que estén bien, aunque triste. Me dice lo mismo que mi madre, que disfrute del tiempo que pase con mi hija y no investigar donde se encuentran, para no perderlas del todo.

Les hago caso, llamo a mi hermano y les invito a pasar el fin de semana en casa de mis padres, para que los primos se vean y disfrutemos de ella.

No me había dado cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, hasta que tuve que entregar a Gabriela a seguridad. Les prometí a mis padres, no ir detrás de nadie, ni preguntar. Antes de entrar por la puerta de salidas, mi pequeña se da la vuelta y me dice adiós con su manita.

En el coche, le pido al chófer que me lleve a casa, cuando entramos en la propiedad, en la puerta hay un mensajero.

-Busco al Sr. Gabriel Durand -le digo que soy yo y me entrega un sobre -me firma que ha sido entregado, por favor -asiento y hago lo que me pide.

Abro el sobre, un folio doblado a la mitad, extiendo para ver el contenido, me sorprendo al ver letras de ordenador.

"Así serán las cosas, a partir de ahora. Cada dos semanas, la tendrás contigo el fin de semana. En sus vacaciones también la puedes tener el tiempo que desees. En un mes, termina la escuela infantil y tiene vacaciones de verano, dile a ella el tiempo que se va a quedar, no subestimes a tu hija, es más lista de lo que nos creemos.

Sofía"

Entro en la casa, guardo la carta, parece una tontería pero es lo único que me queda de ella. Aunque no sea, escrito de su puño y letra.

-Cariño, tenemos que poner fecha a la boda -me dice Brigeth -y hablar con tu padre, para ponerme al frente de la empresa -la miro sin decir nada -alguien tiene que mirar por los intereses de tu hija, ya que su desgraciada madre, parece no hacer nada por ella.

-Cállate -le digo suavemente.

-Como puede enviar a su hija en avión, con desconocidos -sigue hablando como una cotorra.

-Brigeth, cállate -mi paciencia tiene un límite y lo está gastando a pasos agigantados.

-Mañana voy a buscar un buen abogado y pediremos la custodia de Gabriela -cierro la nevera de un golpe, abro la cerveza y le doy un trago -la próxima vez, la niña viene a esta casa, así puedo sonsacarla información.

-Brigeth, recoge tus cosas y vete de esta casa. No hay boda. Lárgate de mi vista. Es mi hija, es mi vida y no te quiero cerca -sigue parada mirándome -nuestra boda era un puto negocio, un plan que se ha ido a la mierda, no me sirves para nada -doy un trago más largo a la botella -no lo repito más, VETEEEEE!!

Verdades ocultasWhere stories live. Discover now