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La cocina estaba hecha un desastre, pero a ninguna le importó aquello. Violeta y Chiara estaba sentadas en el sillón de cuero con un enorme plato de tortitas.

Chiara tuvo que beberse dos vasos de agua antes para poder seguir ayudando a Violeta a cocinar sin perder la cabeza. La pelirroja en cambio estuvo preparando todo con una sonrisa victoriosa en la cara.

Una vez todo estuvo listo disfrutaron de aquel manjar que había sido creado por las dos.

— No puedo creer que esté tan bueno como para que lo haya preparado yo. – Chiara se metía un trozo a la boca.

— ¿Ves? Si es que no hay nada que te salga mal Kiki – la reportera acarició el pelo de su compañera. 

Entre besos y risas terminaron el desayuno poco a poco, pero disfrutando mucho de cada bocado y de cada momento juntas. Sus charlas pasaron desde cual es la comida perfecta hasta preguntarse qué estaría pasando en la academia.

— ¿Qué quieres hacer? Tenemos todo el día libre. – dijo Violeta estirandose y colocando sus piernas encima de las de Chiara.

— Sinceramente no lo sé, todo es tan perfecto y tan de película que tengo la mente en blanco.

Y era cierto, Chiara siempre había soñado con vivir un momento cliché en su vida, y ahora que lo estaba viviendo no sabía cómo reaccionar.

— Es temprano, podemos relajarnos un rato aquí y luego darnos un chapuzón en el lago. – sugirió la pelirroja.

— Pero no tenemos ropa de baño.

— Pero sí ropa interior. – sonrió Violeta con chulería y Chiara tragó saliva un par de veces.

Y así fue, se relajaron durante un momento. Chiara se tumbó encima de Violeta en aquel sofá y entrelazó sus piernas con las de ella, colocó su cabeza en el pecho de la pelirroja y esta llevó su mano al pelo de la menor para dejar suaves caricias.
En ese momento, la jaula de mariposas de Chiara explotó sin control alguno, el motivo de su liberación fue escuchar como los latidos del corazón de Violeta se intensificaron cuando la ojiverde le abrazó. Era un sonido hermoso, y como si de un oído superdotado se tratase, Chiara recordó cada latido, lo primero que pensó fue en lo perfecto que quedaría en el piano y la mágico que sería componer ella aquella melodía.

Después de un bonito momento en el sofá Violeta le puso las pilas a su compañera que estaba a minutos de quedarse dormida encima del pecho de la reportera. Chiara luchó para quedarse aferrada al cuerpo de Violeta pero terminó perdiendo la batalla cuando esta se levantó de golpe y la pelinegra cayó al suelo bruscamente.

— Al lago. – indicó Violeta.

— No hace falta que me mandes todo el rato eh. – dijo Chiara de brazos cruzados subiendo las escaleras para ir a la habitación.

— Pero si el fondo te gusta. — Violeta no se equivocaba, si le gustaba eso a Chiara pero la pelinegra nunca lo admitirá delante de ella.

Kiki tenía bastante vergüenza respecto al tema del lago, no era insegura con su cuerpo ni mucho menos, le encantaba, pero estar en ropa interior delante de Violeta le ponía muy nerviosa.

No es como que nunca se hayan visto en ropa interior, con las prisas en los vestuarios de la academia a una le importa poco que alguien se fije en su cuerpo. Pero esto... esto era más íntimo, eran solo Violeta y ella, sin nada ni nadie alrededor, solo la naturaleza y sus corazones. Y eso le aterraba a la inglesa.

Tardaron dos minutos como mucho en llegar a la orilla del lago, estaba literalmente atrás de la casa, Violeta sacó un par de toallas y las colocó en el suelo mientras que Chiara admiraba las vistas, no es un secreto para nadie que Chiara tuvo su era fotógrafa y los paisajes naturales despertaban algo en ella que solo era capaz de sentir cuando tocaba una canción.

EN MIS PARTITURAS - Violeta y ChiaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora