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Eran las 12 de la noche, Chiara daba vueltas en su cama sin tener noticia alguna de la pelirroja, habían pasado más de 3 horas desde que Violeta se había ido con Noemí, la ojiverde comenzaba a preocuparse. ¿Qué tanto podían hablar?

La mitad de sus compañeros dormían mientras que la otra mitad charlaba en voz baja, Denna intentó incluir a Chiara en su conversación con Ruslana pero la menor se perdía en sus pensamientos cada dos por tres. Ruslana le dijo que no se preocupase por Violega pero eso le era misión imposible.

Se escuchó ruido fuera de la habitación por lo que Chiara saltó de su cama rodeada con su edredón y se dirigió al salón lo más rápido que pudo. Al llegar soltó todo el aire que contenían sus pulmones, Noe y Violeta giraron sus cabezas en su dirección para mirar a la pequeña.

— Ey – murmuró Chiara acercándose a ellas, a Violeta le pareció la imagen más tierna del mundo. Kiki con su pijama a cuadros, los pelos desordenados, el edredón por encima y su cara de haber estado en un sitio oscuro como la habitación. — ¿Qué tal todo?

— Kiki... – Noemí abrazó a la ojiverde y le dejó un suave beso materno en la coronilla. — Siento tanto todo esto.

— ¿Lo sabes? – preguntó Chiara con algo de miedo, a ver, la misión tenía ese objetivo, pero le era raro escucharlo.

— Lo sé. – Noemi se alejó del abrazo y miró a Violeta. – Os dejo solas para que os pongáis al día, mañana os informaré de lo que ocurra. Cuidaos mucho. — La directora abrazó a las dos en un abrazo grupal y se marchó de nuevo abajo.

Violeta y Chiara siguieron con la mirada los pasos de la mujer y en cuanto desapareció por la puerta el silencio inundó la academia.

Conectaron miradas otra vez sin saber qué decir. Violeta se acercó lentamente a Chiara, la menor siguió atenta sus paso pero se quedó quieta, cerró los ojos al sentir los brazos de la pelirroja rodearla, apoyó su barbilla en el hombro de Violeta y disfrutó aquel gesto de cariño.

— ¿Quieres que te cuente todo? – preguntó Violeta, Chiara asintió esperando escuchar la historia. — Ven.

Se dirigieron a la sala de ensayo, Chiara colocó el edredón en el suelo y con un gesto de su cabeza Violeta intuyó que se tumbasen en el suelo para cubrirse con él. Y eso hicieron.

— ¿Confiabas en mi? Cuando estábamos juntas digo. – preguntó la menor.

— Claro que confiaba en ti Kiki.

— Es que no dejo de pensar en que... si me lo hubieses contado, si hubieses confiado en mí para decírmelo, nos hubiésemos ahorrado tantas cosas... tantos problemas. — Violeta suspiró, tenía razón.

— Me ganó el miedo, a que te hiciesen daño a tí o a los demás, admito que debí habértelo dicho antes, pero las cosas ocurrieron así y... supongo que tuve miedo.

Miraron el techo de la sala unos minutos en silencio, tumbadas una al lado de la otra, con la poca luz que esa sala tenía a altas horas.

— Le conté desde el inicio, como nos conocimos y como empezó nuestra relación. – dijo Violeta llamando la atención de Chiara, quien dejó de mirar el techo para girar el rostro y mirar a su amiga. — Los primeros encontronazos con Salma, mi expulsión y como la viví desde fuera, los mensajes anónimos, las llamadas, amenazas y todo. Absolutamente todo.

— ¿Qué te dijo? – murmuró Chiara, esta vez fue Violeta quien giró su cabeza para mirarla.

— Estuvimos un tiempo pensando en qué hacer, obviamente, terminamos contactando con la policía, de ahí la demora.

EN MIS PARTITURAS - Violeta y Chiaraजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें