Capítulo 27

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Las velas eran la única fuente de iluminación durante la pesada oscuridad de la noche. Sumían el salón de la granja en un ambiente tenebroso lleno de sombras oscilantes, pero a la vez cálido debido al color anaranjado de las llamas bailarinas. Le había costado acostumbrarse a ello y no girarse a cada movimiento que veía de reojo, a cada crujir de la madera y silbido del viento que se colaba entre la madera.

Asia estaba sentada en el suelo delante de un libro abierto. Todo el salón estaba cubierto de ellos: era incapaz de pasar las páginas, por lo que cuando Naia y Áleix se iban a dormir, le dejaban gran cantidad de tomos abiertos para que pudiera ir leyéndolos. Era extraño solo poder acceder a un par de páginas de decenas de volúmenes diferentes, pero era la mejor opción que habían encontrado.

Asia no podía dormir. Los fantasmas eran incapaces de hacerlo. Y las noches eran muy largas. Puede que leer una sola página de cada libro no fuese la mejor manera de aprovechar el tiempo, pero tenía que matarlo de alguna forma y no habían encontrado otra opción mejor. Vagar como había hecho antes de encontrar a Isaac no era una opción. Se le encogió el corazón al pensar en él. Sentía una presión en el pecho difícil de describir y eso la llenaba de preocupación y aumentaba todavía más la inquietud y la confusión de su mente y corazón.

Pasó al siguiente libro.

Cuando se le acababan las páginas abiertas o las palabras se le mezclaban a la vista se había acostumbrado a salir a conversar con las otras almas que rondaban el exterior de la granja. Ellas tampoco podían dormir y deambulaban alrededor de la granja, incapaces de acceder a ella, pero vencidas por la fuerza que las había atraído hacia ese punto en concreto. La mayoría no se habían resistido y habían acabado quedándose allí; algunas vagaban en compañía, otras lo hacían solas. Aquellas que habían muerto tiempo atrás simplemente se habían quedado plantadas en el límite con la mirada perdida en la lejanía

La mayoría no mostraban señal alguna que evidenciase la causa de su muerte, otras acarreaban grandes heridas.

Encontraba especial consuelo en un hombre mayor que había muerto recientemente. En parte le recordaba a su padre y en parte al abuelo que nunca había tenido. Cuando se cansaba de los libros salía a verlo y paseaban por el prado rememorando historias. Ambos habían pasado mucho tiempo en el hospital, ambos habían dejado su tierra natal y sus costumbres y se habían visto abocados a una nueva manera de hacer. Y, además, el hombre explicaba muy buenas historias.

Una vez acabada la página se levantó de su lugar en el suelo y revisó con la mirada los distintos libros. Los había leído todos.

Un suspiro se escapó de entre sus labios.

Cuando había tenido buenas épocas entre ingresos o complicaciones, el hecho de dormir la había fastidiado un montón. Tener que descansar en vez de aprovechar el tiempo del que disponía la exasperaba. Ya descansaba lo suficiente en el hospital. Cuando estaba en casa, cuando podía ir al cine, salir a pasear o quedar con sus amigas, dormir parecía un sacrilegio.

Ahora había entendido que tan importante era. Que largos se hacían los días, las semanas y los meses, cuando uno no podía evadirse por unas horas. Cuando la vida era un devenir continuo de la consciencia y la noche una continuación del día. Y cuando, además, no podía hacer nada en ella más que deambular sin rumbo fijo con el miedo escrito en el cuerpo. ¿En qué se convertiría si no descubrían qué estaba pasando? ¿Qué pasaría cuando lo hicieran? ¿Podrían arreglarlo? ¿Y qué pasaría entonces? ¿Qué pasaría cuando finalmente pudiese dejar el plano mortal atrás? ¿Lo haría? ¿Se atrevería? ¿Qué pasaría con su padre? ¿Con Áleix y Naia? Con Isaac.

Odiaba la noche. Odiaba la soledad que comportaba. El miedo. La angustia.

Esquivó con rapidez los distintos libros hasta traspasar la sala y llegar a la puerta de entrada para salir de allí tan rápido como fuera posible. A ambos lados había unos pilares con velas encima.

Cuando la muerte desaparecióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora