Capítulo 45

5 3 0
                                    

«Lilia Alaire».

El nombre quedó flotando a su alrededor.

La expresión del chico apenas había cambiado, y aún así, Naia fue capaz de vislumbrar como su máscara de seguridad y control se rompía en mil pedazos. De debajo emergió la incredulidad, la inesperada sorpresa. Sin que pudiera evitarlo su mirada voló por encima de ellos hasta posarse en su hermana.

Al instante volvió a clavar los ojos en ellos, impacientes.

—¿Lilia Alaire? —preguntó en voz baja. Aunque había permanecido atento y vigilante durante toda la conversación, en ese momento la expectación teñía su mirada. El interés y la confusión marcaban sus facciones.

Naia se encontraba igual de descolocada que él, puede que más. Y entonces le vino a la mente la expresión de Nit al hacer la misma pregunta unas horas antes. La urgencia había hecho mella en sus palabras, su actitud relajada se había visto interrumpida por improperios cuando Isaac había corroborado su presencia.

¿Por qué esa sorpresa al mencionar a Lilia? ¿De qué la conocían? ¿Por qué las maldiciones y la confusión?

—¿Lilia Alaire? —volvió a preguntar el chico a la espera de confirmación. Se había inclinado ligeramente hacia ellos, expectante.

La chica habló detrás de Naia, Áleix y Asia.

—Naiym... —lo advirtió con cautela.

Los hermanos volvieron a cruzar una rápida mirada antes de volver a centrar su atención en ellos. Y entonces Naia se encontró asintiendo levemente, confirmándole finalmente la implicación de la bruja.

Observó con atención cualquier cambio en la postura del chico, Naiym, cualquier expresión o movimiento por pequeño que fuera. Su garganta se movió ligeramente al tragar saliva. Nada más.

—¿Qué... pasa? ¿Qué pasa con Lilia? —se atrevió a preguntar finalmente.

La reacción de Nit, de Naiym y su hermana... no podía ser casualidad. Algo ocurría.

El cazador los recorrió de nuevo con la mirada, y fue entonces cuando Naia notó que obviaba a Asia. No la veía. Y en cambio, parecía poder leerlos a Áleix y ella al detalle. Parecía poder leer su confusión, su miedo, su desconcierto y nerviosismo.

Sabía que eran cosas distintas, que una cosa era poder leer el lenguaje corporal y la otra ver fantasmas, pero aun así... que los examinara tan a fondo, que pareciera captar cada resquicio de su ser... que pareciera poder ver más allá... por una parte era terrorífico, por otra... el miedo que había sentido al principio al verse acorralada empezó a menguar, la curiosidad ganándole terreno rápidamente.

Allí había algo. Algo que podía ser relevante. Algo importante, al menos.

—Ahora los que parece que sabéis cosas sois vosotros... —dejó caer tanteando sus reacciones—. Sería un intercambio justo —se encontró diciendo.

Naia vio claramente como la cabeza del chico trabajaba a toda velocidad.

—Naiym... —volvió a repetir la chica con cautela. Ambos hermanos intercambiaron una nueva mirada que solo ellos entendieron.

El chico observó a Naia y Áleix una vez más. Y habló.

—Esta historia empieza en 1743 en un pequeño pueblo francés. —Naia se hubiera sentido descolocada si no fuera porque tanto Lilia como Idara parecían sacadas de otra época. Se encontró abriendo los ojos inconscientemente, animándolo a continuar—. Por aquel entonces, una serie de cazadores relacionó diversas muertes y desgracias y las siguieron hasta una joven bruja de sangre.

Cuando la muerte desaparecióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora