Losing /Teen Wolf |running#3|

II

Hannah soltó una maldición en cuanto las vio con sus binoculares. Había estado espiando a los Calavera desde hace una semana para ser precisos, pues Derek había desaparecido hace un par de semanas en su loft sin dejar rastro alguno pero las pistas parecían decir que los Calavera lo tenían, al encontrar una bala ahí, propiedad de la famosa familia de cazadores. Hannah había estado toda la semana en México, vigilando solamente, queriendo asegurarse de que tuvieran a Derek tal y como Peter, el tío de Derek y al que Hannah consideraba prácticamente como familia, le había dicho. Pero claro que ellos tenían que llegar y arruinar todo su progreso, adentrándose en la boca del lobo. ¿O debería decir la boca del cazador?

Malia y Kira estaban entrando al club nocturno de los Calavera, el cual mantenían como fachada de su malvada organización cazadora de hombres lobos. O al menos así la definía Hannah. Así que decidiendo que si ya el plan de esperar se había ido a la mierda, por lo menos podría intervenir y salvar a sus amigos de lo que no sabían se habían metido. Vio como Malia y Kira entraban al club sin problemas, con sus vestimentas apretadas y el pase secreto. Scott, minutos después, intentó hacer lo mismo pero lamentablemente para él, no era una chica sexy en un top apretado y una falda corta como para que los cadeneros se hicieran de la vista gorda al ser claramente un extranjero no invitado. Ahí fue cuando Hannah decidió intervenir por él.

—Viene conmigo —dijo Hannah en un perfecto español, deslizándose entre las sombras hasta el lado de Scott. Scott la miró sorprendido de verla ahí, pero claramente estaba feliz, y sin decir nada dejó que Hannah entrelazara sus dedos.

—¿Y tú eres? —preguntó el cadenero sin verla siquiera. Hannah se aclaró la garganta y esperó a que éste quitara su vista de su celular. Lo hizo y miró a Hannah con la boca abierta, y Hannah no lo culpaba, hasta ella tenía que admitir que se veía jodidamente bien. Tenía puesto un vestido que resaltaba las pocas curvas que tenía pero que desviaba la atención a sus senos, exactamente donde quería que el cadenero la viera en lugar de su cara, la cual podía ser reconocida por cualquier cazador de los Calavera que hubiera estado en el negocio desde hace un par de años. Hannah no era querida por ellos, ni un poco. Supo que estaba haciendo un buen trabajo cuando sus ojos vagaron de sus piernas ligeramente bronceadas hasta cada centímetro de su cuerpo, haciéndola sentir desnuda. Hubiera sido incómodo si el cadenero fuera un viejo gordo y calvo, pero era sexy. Punto para Hannah.

Scott apretó su agarre en Hannah, claramente no gustándole la manera en que la veía pero Hannah ni parpadeó. Había trabajado arduamente en Francia en el gimnasio como para no poder presumir los resultados que éste le había concedido. Había sido una floja en Beacon Hills, olvidando su entrenamiento de años y limitándose a correr. En Francia, había asistido a un gimnasio la mayor parte del día y podía decir orgullosamente que cada parte de su cuerpo estaba en su mayor potencial.

—Alguien que perdió su invitación —ronroneó Hannah, sacando lentamente de su copa de su vestido unos cuantos dólares que había cambiado hace unos días. Los ojos del cadenero no perdieron de vista la mano de Hannah y así supo que había funcionado.

—Me meterás en problemas si me descubren —dijo el cadenero con voz grave, claramente afectado por Hannah, mirando nerviosamente la cámara de vigilancia. Hannah se había colocado de manera estratégica el cabello rubio y largo haciendo que le tapara el rostro casi en su totalidad y al estar del lado de la cámara con Scott al lado opuesto, era casi imposible que le reconocieran. O al menos eso rogaba Hannah.

—Será nuestro secreto —Hannah le guiñó el ojo y con la mano que tenía libre, depositó el dinero en el bolsillo delantero del pantalón del cadenero y con la otra arrastró a Scott tras ella, aprovechando que el otro cadenero estaba ocupado con un tumulto de gente que recién había llegado y que gracias a ellos, la puerta estaba abierta.