Losing /Teen Wolf |running#3|

XXII

—No puedes conseguir mantenerte alejada de los problemas, ¿eh, niña? —Hannah escuchó decir vagamente a la voz de Argent, mientras con dificultad abría los ojos, estudiando donde estaba. Clínica de Deaton. Scott y Argent con ella. Una cosa gigante la atravesaba.

—Oh, Dios —murmuró por lo bajo al verla, después se aclaró la garganta—. ¿Qué puedo decir? Me mantienen entretenida.

—Esto va a doler —le advirtió Argent.

—Lo lamento, Hannieh —le dijo Scott, sosteniéndola para mantenerla inmóvil. Hannah ni siquiera se movió, sus ojos apenas humedeciéndose al sentir como quitaban la cosa de ella—. ¿Estás bien?

—He tenido peores cosas enterradas dentro de mí, si sabes a lo que me refiero.

—No seas pervertida —la reprendió Argent, sonriendo levemente aliviado al ver que estaba mejor.

—¿Y el sheriff y el padre de Scott? —preguntó Hannah, apoyándose en Scott para pararse.

—En el hospital —musitó Scott mientras ayudaba a Deaton a vendarla—. Ambos están bien.

—Sostén esto —le indicó Deaton a Scott, mientras presionaba para detener la sangre emanando de la chica.

—¿Sabemos qué pasó? —inquirió Hannah a entre dientes, intentando aguantar el dolor.

—Fue Kate. Ella y los berserkers —dijo Scott.

—Sí. Se mueven rápido y no dejan muchas pistas —afirmó Argent después de escuchar a Scott.

—Tenemos que encontrarla —el tono de Scott implicaba que no había otra opción—. Tiene a Violet y creo que Violet sabe dónde está Liam.

Ante la mención del chico, Hannah suspiró y dejó de apoyarse en Scott. Tomó una liga de su muñeca y rápidamente se hizo una coleta alta, Scott la miró inseguro de si se encontraba bien, Hannah asintió al adivinar sus intenciones.

—Tal vez deberían usar esto —sugirió Deaton, dándoles la parte de berserker que Hannah había tenido encajada en el estómago para que la olieran y pudieran captar el rastro. Tímidamente, Scott se la cedió a Hannah.

—Eres mejor rastreadora que yo.

🌙🌙🌙🌙🌙

Liam se encontraba en una especie de pozo profundo. Había agua en el fondo y por más que intentara salir no podía. Lo intentaba y lo intentaba, escalando, pero no podía llegar a la cima. Frustrado, golpeó una de las paredes de roca del pozo, lo que lo llevó a una memoria de hace un par de días.

—¿Lo hice? ¿Salté por la ventana? —había preguntado Liam, incrédulo. Hannah había reído.

—Eres bueno, niño.

—Pero no entiendo...

—Los cortes sanaron mientras cambiabas —le explicó Scott.

—Eso es bueno, ¿no? —Hannah hizo una mueca.

—Supongo. Pero necesitamos descubrir cómo puedes aferrarte a esto.

—He intentado hacerlo por años.

—¿Qué dijo tu padre?

—Dijo que cuando los niños se enfadan, tratan con eso de dos maneras. O bien se hieren a sí mismos u a otra persona.