XXXIV

9.4K 847 323
                                    


Intentar mantener los ojos puestos en cada uno de sus amigos era difícil y Hannah no sabía exactamente qué hacer, así que hacía exactamente lo que todos hacían: pelear. Los lobos daban zarpazos y golpes, Kira atacaba con su katana y los humanos (y Derek) tenían armas y daban patadas; aun así Hannah intentaba no despegarse mucho tiempo de ninguno, dando vueltas por el lugar mientras lanzaba unos golpes en el camino, incluso unos disparos si tenía la oportunidad, y los ayudaba si lo necesitaban.

—¿Cuántos son? —escuchó a Derek preguntar a Braeden en medio del caos.

—Demasiados —contestó Braeden. Hannah no pudo haber estado más de acuerdo con eso. Tal vez la retirada sería la mejor opción, llevándose a Scott y a Kira primero.

Balas traspasaban su piel mientras ella avanzaba dejando inconscientes o golpeando a los cazadores, a los mercenarios. Intentaba no mostrar reparo pero la estaban debilitando. No necesitaba ningún vínculo mental para saber que lo mismo le estaba pasando a Scott. Las ganas de matarlos a todos se incrementaron. ¡Era lo normal, lo lógico! Acabar con la amenaza. Pero no lo haría, porque sabía que a pesar de todo lo que bromeara con Scott sobre eso, él realmente se enojaría si Hannah hiciera algo así. En silencio maldijo a Scott y a su código de ética. Decidiendo que había tenido suficiente, ordenó la retirada a Scott.

Nos vamos. No excusas, ya.

No puedo encontrar a Kira.

Te sacaré de aquí y después regresaré por ella.

No. La encontramos y nos vamos.

En medio de su búsqueda, Hannah y Scott se encontraron con un mercenario que apuntaba exactamente a una niña rubia que había traído Brett con él. Hannah no lo pensó dos veces cuando se lanzó contra el hombre pero Scott para sorpresa de ella también lo hizo.

Las garras de Scott arañaban al hombre con bestialidad, los movimientos de Scott eran casi letales, realmente iba a acabar con el hombre... Su cara entera cambió, las facciones lobunas se acentuaron, sus ojos se intensificaron más del rojo color sangre característico y sus colmillos salieron más. Era un depredador que iba a acabar con su presa fácilmente.

Pero Hannah no podía permitirlo. Sabía cuánto Scott se odiaría si lo matara en realidad, sabía que si Scott quitaba la vida a alguien, nunca se lo perdonaría. Así que apretando los dientes Hannah se lanzó contra Scott, alejándolo del hombre.

Scott no lo tomó bien. La empujó por los hombros contra el piso y la estrelló contra él varias veces, cegado por la ira. Hannah no movió ni un músculo.

—Scott —intentó llamarle, pero él parecía sordo a su voz—. ¡Scott!

La mano de Scott se aferró a su garganta, ahorcándola mientras Hannah le miraba con ojos aterrorizados. Memorias de su vida antes llegaron a su cabeza, cómo tenía que soportar esa clase de trato con su ex novio, cómo vivía asustada de cometer cualquier error por miedo a que terminara matándola, cómo solía jugar a quitarle la respiración a Hannah ahorcándola solo por diversión. Hannah seguía sin moverse, no podría hacerlo incluso si quisiera.

Sabía que debía de defenderse, hacer algo, gritar... pero no podía. Un rincón de su mente aún pensaba que le había fallado a Scott, porque si ella moría, ¿quién iba a cuidar de él? ¿Quién iba a sacarlo de ahí?

Scott pareció entrar en sí tras ver fijamente los ojos comúnmente inexpresivos de Hannah, quien esta vez estaban revelando todo. El sonido de celulares vibrando ayudó a que volviera a ser él pero aun así Scott no podía apartar los ojos de Hannah.

Losing /Teen Wolf |running#3|Where stories live. Discover now