Cuarentaiuno

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Maratón parte 2/3

[NARRADOR]

Stiles podía decir con orgullo que en ese momento se sentía mejor de lo que cualquier droga, persona o hechizo pudieran hacerle sentir. Sentir a Derek respirando contra su nuca mientras movía sus caderas en contra de las suyas propias le hacía sentirse en el séptimo cielo.

El humano se aferraba con fuerza a las sábanas mientras intentaba hacer la menor cantidad de ruidos posible. No queriendo despertar y traumar a su hijo.

Derek, que se encontraba encima de él, parecía estar intentando lo mismo. Se movía a un ritmo rápido y Stiles podía sentirle morderse los labios, incluso en un momento sintió una gota de lo que no supo si era saliva o sangre caer contra la piel desnuda de su hombro.

— Stiles, mírame.

El mencionado ladeó la cabeza y con los ojos nublados por el placer observó como Derek se acercaba a su boca y se colocaba de forma en la que alcanzaba a besarle sin problemas. Aunque era una posición algo incómoda.

Luego del beso, Derek pareció encontrar más divertido torturar al joven humano mordiendo y lamiendo su cuello.

— Eres un hijo de... Tu buena madre Talia, que Dios la tenga en su gloria –Stiles se retractó a último momento, no queriendo insultar la memoria de la alfa.

— No menciones a mi madre y a Dios ahora –Le pidió Derek entre jadeos.— Ya tenía suficienta con que Laura me dijera que Jesus me miraba cada vez que me tocaba. Eso me persigue hasta ahora.

Stiles hizo además de querer reír, pero la risa se convirtió en un gemido lastimero que no pudo retener cuando Derek tocó su próstata de forma deliveradamente placentera. Haciendo que por un par de segundos viera las estrellas.

— Maldita sea, Derek –Gruñó mientras intentaba acallar sus gemidos.— Vas a matarme.

— Y tú vas a despertar a Dylan –Le recordó.— Contrólate animal.

— Mira quien lo di... AH

Definitivamente eso había ocurdido, Stiles lo había sentido con claridad, pero le preocupaba lo excitante que eso le había parecido. Derek acababa de nalgearle.

Fue a decir algo cuando la mano de Derek alejó las suyas de su propio miembro y tomó el lugar que las manos del humano antes había ocupado. Comenzando repentinamente un movimiento tortuosamente lento.

— Derek, por favor...

— ¿Qué quieres, Stiles? –Derek susurraba con voz ronca contra su oído.— Dime qué quieres y te lo daré, pídeme lo que sea y lo haré. Me tienes malditamente a tu servicio. Dime lo que quieres.

— Quiero que me dejes correrme –Pidió con la voz un poco menos ronca.— Dios, solo mueve la mano algo más rápido, solo...

— Te vas a correr –Asintió el pelinegro con una sonrisa ladina.— Pero lo harás cuando a mí se me antoje permitirlo.

Stiles cerró los ojos con fuerza mientras Derek continuaba moviéndose encima de él. El ojimiel hundió su rostro entre sus propios brazos mientras intentaba con todas sus fuerzas resistir los gemidos que tanto luchaban por salir de su boca. Los cuales lograba convertir en jadeos que hacían que Derek fuera aún más lento.

— Déjate llevar, Stiles –Le pidió el pelinegro.— Quiero oirte.

— Pero Dylan...

— Él está durmiendo, yo lo escucho desde aquí. Tú solo déjate llevar.

Aún con la duda, Stiles soltó un gemido algo ahogado. Lo cual hizo que Derek aumentara la velocidad, aunque fue solo un poco, apenas se sentía el cambio.

El ojimiel volvió a gemir, esta vez un poco más fuerte. Notando ahora un verdadero cambio en la velocidad y profundidad de las estocadas, las cuales se acercaban cada vez más a lo que buscaba.

Un tercer, y esta vez sonoro, gemido hizo que Derek volviera a tocae su próstata de aqurella forma que tan loco le estaba volviendo. Y si ese era el volumen que iba a necesitar para que Derek le hiciera ver las estrellas, estaba bien para él. El pelinegro había tenido piedad y no le estaba haciendo gemir tan fuerte.

Los gemidos continuaron hasta que Stiles se corrió en la mano de Derek. Quien se limpió contra las sábanas para luego aferrar ambas manos a las caderas de Stiles y comenzar movimientos circulares con las caderas mientras entraba y salía con brusquedad. Provocando que el menor prácticamente llorara de placer con cada estocada.

Cuando Derek finalmente se corrió, fue como si un balde de agua fría chocara contra su musculoso y desnudo cuerpo. El mayor apretó los ojos cerrados y jadeó una última mientras sentía como su semilla le abandonaba, llenando de esa forma a Stiles. Quien volvió a gemir al sentirse invadido por la corrida del mayor.

Ambos quedaron sudados y jadeando en la cama, cuyas sábanas ya estaban completamente desordenadas.

— Casi rompemos la cama –Dijo Stiles, medio en broma medio en serio.

— Lo hubieramos hecho de no ser porque el bodoque está durmiendo en el cuarto de al lado.

— Dylan tiene el sueño pesado –Le dijo el menor.

— Y los cuartos están medio insonorizados –Le informó el lobo.— Podrías hacerlos a prueba de ruido, no es muy costoso, podría ayudarte.

El ojimiel sonrió mientras Derek se le quitaba de encima y se acostaba a su lado.

Stiles rodó sobre sí mismo y se quedó mirando a Derek. El cual le miraba de igual forma.

— Maldito chucho suertudo –Le dijo entre dientes.— No has envejecido nada.

— Tú has crecido magníficamente –Le elogió.— Te ves muy bien.

— Me veo igual que antes, solo que ahora me sale barba.

— También estás más alto –Le informó mientras le quitaba unos mechones del rostro.— Un poco más alto que Scott.

— ¿En serio? No lo noté –Admitió.— La verdad es que, antes de que volvieras, me había alejado mucho, muchísimo, de la manada.

— ¿Por qué?

— Algunas cosas que pasaron en Beacon Hills, el lugar ya no era seguro. Consideré que lo mejor iba a ser sacar a Dylan de allí y, como Peter y Malia ya habían venido a vivir aquí, fue el lugar perfecto.

Derek asintió, algo concentrado en intentar entender por qué Stiles se habría marchado realmente. Conocía al ojimiel, sabía que él no huía a menos que la cosa estuviera realmente mal.

— Derek, me has dejado muerto –El comentario de Stiles interrumpió sus pensamientos.— Creo que voy a dormir un poco. Despiértame cuando Dylan lo haga.

— Está bien.

Ante el asentimiento del más alto, Stiles sonrió de medio lado y cerró los ojos. Se acercó a Derek y apoyó su frente contra el pecho del mayor, pudiendo escuchar los latidos del corazón del pelinegro. El cual le hizo quedarse dormido.

NOTA DE LA AUTORA:

Hasta acá el capítulo, la segunda y más zukhulemta parte del maratón. Espero que les haya gustado.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

Ultima Oportunidad #SterekAwardsWhere stories live. Discover now