Día diez: Despedidas de solteros

5.1K 212 67
                                    

Lali se saca la bata blanca deslizándosela por el cuerpo, raspándole la piel hasta dejarla caer al suelo. Abre la canilla de la ducha y mientras espera a que el vapor inunde todo el cuarto, se desata el pelo y busca una crema especial que se utiliza posterior a la de enjuague. Verifica que el agua no la queme y después se introduce en la bañera, primero mojándose la cara y el pelo, y que después descienda por todo el cuerpo. Pero cuando el chorro de agua le está impactando la cara, escucha la puerta del baño abrirse y sonríe con los ojos cerrados porque solo tuvo que contar hasta cinco para que la puerta de la mampara se abra y Peter la abrace por la espalda y le bese los hombros.

−¿Por qué no me esperaste? –le pregunta mientras le corre el pelo a un costado y la ayuda a ponerse shampoo.

−Estabas durmiendo –y gira para tenerlo enfrentado– pero veo que tenés un radar hormonal muy intenso. ¿Por qué no te sacaste el calzoncillo?

−Me gusta que me lo saques vos –sonríe de costado y ella chasquea la lengua– ¿Qué? –y la ayuda a enjuagarse el pelo hundiéndole las yemas de los dedos en el cuero cabelludo.

−Estás queriéndote sacar toda la calentura ahora para no sentir ningún tipo de erección a la noche en la despedida ¿no? –pero él se ríe.

−Es una buena teoría pero te juro que no.

−¿Cómo van con eso?

−Bien, supongo que bien.

−¿Cómo supongo? ¿No sos el padrino y el que tiene que organizar todas esas cosas?

−Sí, pero sabes que no soy muy bueno en organizar fiestas entonces lo dejé en manos de Máximo que tenía mucho más tiempo libre –le pasa un dedo por la nariz para apartarle la gota que estaba cayendo.

−¿Dejaste que organice una fiesta de soltero la persona que hace un par de días dijo que no le importa tener una relación con una mujer sino es solo para tener sexo?

−Bueno, es su man-

−¿Y también la misma persona que se acostó con tu ex novia solo porque tenía ganas de cagar a alguien y entre todas las opciones eligió a su mejor amigo?

−Diciéndolo así puede que tengas un poco de razón –piensa y ella asiente porque siempre la tiene– pero Vico dejó muy en claro lo que quiere y lo que no, así que va a ser algo muy tranquilo porque tampoco quiere escándalos el día anterior a su boda.

−No los quieren ellos y tampoco los quiero yo. Si agarro el ramo, mínimo quiero seguir teniendo a mi novio.

−¿Por qué? ¿Ahora te dieron ganas de esposarme? –pregunta en ese tono socarrón que a ella a veces la vuelve loca (y las otras veces, también).

−No te hagas el canchero que acá la Susanita no soy yo, precisamente.

−No me respondiste la pregunta –y ella chasquea la lengua con una sonrisa asomándose.

−No lo sé –actúa indiferencia– ¿Entraste a molestarme en la ducha solo para hacerme este cuestionario indirecto?

−No, entré para que me bajes el calzoncillo como te aclaré al principio –y ella se muere de risa– vos empezaste a hacerme preguntas y yo, como buen compañero, las continué.

−Te quiero tanto... −le confiesa al envolverle los brazos alrededor del cuello para subirse a las puntas de sus propios pies y acercar las caras hasta que las narices rocen.

−Yo también –y le besa la boca al mismo tiempo que le envuelve la cintura con ambas manos y la levanta de un envión hasta que ella pueda abrazarlo con las piernas– el calzoncillo... −le susurra sobre los labios y ella se lo tiene que bajar con los talones y él hacer un esfuerzo mayor para colaborar un poco.

TREINTA DÍAS - 2Where stories live. Discover now