Bonus track IX

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Bruna está acostada en el sillón más largo, con las piernas estiradas, el perfil hundido en un almohadón, en bombacha y remera porque los calores de enero son dignos de dormir semi-desnudos (o desnudos, bueno). Tiene todo el pelo alborotado porque la noche anterior se quedó hasta tarde jugando con sus padres, su tía y Rufina a un par de juegos de mesa dignos de su edad. También miraron una película y armaron una obra de teatro con los personajes del mismo film. Es que ambas se habían quedado a dormir porque así lo ameritaba la fecha y porque lo hicieron en todos los cumpleaños. Lali se mantiene a un costado, un poco agachada, con el cuerpo inclinado hacia adelante y espiándola silenciosamente. Usa un short y una musculosa de seda que le resultan más cómodas para dormir y también un rodete desprolijo del que se le desprenden un par de mechones que le caen por la espalda y los hombros. La mira y se muerde el labio al sonreír. Junta las manos y se apoya los dedos sobre los labios sin poder dejar de mirarla porque el amor que siente no le cabe en el cuerpo. Le contó esas pestañas desde el día en que nació y se desvanece por sus cachetes colorados por el calor.

−¿La vas a despertar? –Peter habla bajito cuando se acerca con una bolsa grande que deja sobre la mesa ratona.

−Es tan linda... −exclama sin poder dejar de mirarla– a pesar de que no fue buscada, la creamos con mucho amor. Salió todo bien, todas las cosas en su lugar... estoy orgullosa de tu esperma y mi óvulo.

−Gracias –ironiza– dale, despertémosla.

−Bueno, pero espera un poco... −entonces trota descalza hasta el equipo de música, conecta el celular, busca una canción y diez segundos después comenzó a sonar el feliz cumpleaños.

−¡Ay! –Bruna se despertó por el ruido, entonces esconde la cabeza bajo la almohada y Peter se ríe.

−¡Qué los cumplas feliz! ¡Bruna! ¡Qué los cumplas feliz! ¡Bruna! –empiezan a cantar los dos con aplausos. Bruna emergió de su hundimiento y sonrió con los ojos abiertos y acumulados de sueño– ¡Que los cumplas, Brunita, qué los cumplas feliz! ¡Wooo! –Lali grita y después se tira sobre el sillón para abrazarla– feliz cumpleaños, mi chiquitita linda, hermosa de la mamá –y la llena de besos que la hacen reír.

−Feliz cumple, guerrera –Peter se acuclilla a su lado y le hace un mimo en la cara. Después le acomoda un mechón de pelo detrás de la oreja.

−Gracias –susurra ella, toda chiquita, escondida en el pecho de su mamá, ya con sus cuatro rebeldes años en su haber– ¿Y Rufina? –pregunta al corroborar que el otro sillón está vacío.

−A mitad de la noche tuvo una pesadilla y subió a dormir con la tía –le cuenta Lali– ¿Estás contenta que es tu cumpleaños? –ella asiente– ¿Y que vamos a festejar todo, todo, todo el día?

−Sí –responde mostrando todos los dientes de leche en una sonrisa enorme que los contagia– ¿Vamos a desayunar?

−Sí, ahora vamos a prepar-

−Quiero leche chocolatada con budín de limón –lo interrumpe– es mi cumpleaños, puedo pedir lo que quiera.

−Bueno, tampoco te hagas la canchera porque después te voy a pedir que te calles –Lali se pone a su altura y la hace reír un poco.

−¡Buenos días! –Eugenia baja por las escaleras con su camisón verde agua y de la mano de Rufina– ¿Hacía falta despertar a todo el barrio con esa canción berreta del feliz cumpleaños?

−¡Bruna! ¡Feliz cumpleaños! –Rufina baja los últimos escalones corriendo y se lanza sobre el cuerpo de Bruna en un abrazo correspondido.

−Despacio, chicas –pide Peter por miedo a que alguna se quiebre una costilla. Después se levanta y saluda con un beso matutino a Eugenia.

TREINTA DÍAS - 2Where stories live. Discover now