Bonus track VIII

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Peter entra al baño y todo el vapor concentrado le golpea en la cara. Escucha el agua de la ducha golpear contra la bañera y deja la puerta un poco abierta para que se ventile. Mientras hace pis, descontractura el cuello y cierra los ojos para finalizar con ese poco sueño que le había quedado. Cuando pasa la mano por el espejo del botiquín, resalta un poco el brillo de su anillo de compromiso. Lo mismo que cuando Lali abre la puerta de la mampara y estira la mano para agarrar el toallón en donde su anillo contrasta con la tela blanca.

−Buenos días –la saluda él mientras pone dentífrico en el cepillo de dientes.

−Buenos días –y ella se anuda el toallón al cuerpo. El pelo ya lo tenía arrodetado porque lo ató adentro de la bañera– no te escuché cuando entraste –y cuando sale, se acerca a darle un beso en el brazo.

−Ni yo cuando te levantaste.

−Escuchame, Bruna no tiene clases así que necesito que te quedes con ella porque tengo que laburar –le cuenta mientras abre otra de las puertas del botiquín y saca una crema.

−No puedo, llévatela vos.

−Llevat-¿Es un paquete la criatura? –pero él la mira de reojo espejo mediante y con el cepillo de dientes en la boca– no puedo llevarla al trabajo, tengo un montón de cosas que hacer y más tarde tengo que asistir a una presentación a la que no voy a ir con ella.

−Y yo también tengo un día muy largo. Tengo que firmar un contrato con un escritor y también tengo una reunión con todos los supervisores.

−¿Ves ésta cara? –se señala– es la de alguien a la que le interesa un montón lo que le estás contando –y él revolea los ojos.

−No puedo en serio, Lali. No es un lugar para que esté ella, al menos no hoy.

−¿Pero sabes cuál es la diferencia, mi amor? Que yo soy empleada y vos sos el dueño de la empresa –y le sonríe irónicamente– así que si querés podes llevar a todos los compañeros de tu hija para que pasen el día en tu oficina.

−Qué linda democracia que impartimos como pareja –y escupe el dentífrico en el lavabo.

−¿Viste? Me enorgullece –con la cadera lo empuja un poco para que le deje lugar así también puede higienizarse la cara.

−Decí que recién llevamos una semana de casados, pero para al año ya vas a convertirte en Hitler –pero cuando ella gira la cabeza para mirarlo seriamente, él se caga de risa.

−No tenemos otra opción. Mis viejos están laburando, tu vieja no está, a tu papá no se la pienso dejar y Eugenia se va a llevar a Rufina al centro de estética. Sos vos o vos... pero está bien, si no querés hacerte cargo de tu hija, lo dejamos así.

−Sos terrible, eh –y achina los ojos al acusarla. Ella sube los hombros mientras se cepilla su dentadura– está bien, me la llevo pero no me hago cargo de lo que vaya a pasar.

−Te conviene que sí porque si no me divorcio.

−Qué suerte que sus tíos postizos trabajan conmigo –piensa en voz alta y coloca la toalla en el toallero.

−Sí... igual por las dudas no la dejes muy cerca de Gastón –le pide después de limpiarse la boca con agua– ni tampoco de ninguna de las empleadas nuevas que contraste.

−Yo no las contraté –y se para detrás de ella, apoyando todo su cuerpo sobre el suyo. Se sube a las puntas de pie para llegar hasta el mueble alto y Lali se muerde la lengua mirándolo a través del espejo– no me hago cargo de lo que recursos humanos elige.

−Claro, cuando no les conviene no se hacen cargo.

−No sé desde cuando empezaste a hacer escenas de celos pero un poco me gusta –y cuando vuelve a apoyar las plantas de los pies en el suelo, pega la pelvis a su cola y ella sonríe.

TREINTA DÍAS - 2Where stories live. Discover now